La elevación de Maljut a Bina es
llamada “la santificación de la luna”. Esto significa
adquirir la fe mediante la cual la persona tiene que santificar su trabajo por
encima de la razón. Ella entiende que no debe trabajar con sus deseos de
recibir, sino que todo su trabajo debe hacerlo dentro de las vasijas de
otorgamiento.
Pero mientras tanto ella no tiene ningún deseo de
otorgar, y ni siquiera entiende qué significa. Por lo tanto, el Creador apunta
con el “dedo”: “¡Mira, esta es la forma de otorgamiento!” Es decir,
la persona gradualmente comienza a descubrir la forma de otorgamiento y
entiende que ésta es la forma deseable.
Antes de eso, ella no podía descubrirla, apreciarla, o
imaginarla. Después de todo, lo que llamamos otorgamiento en nuestro mundo no
es otorgamiento sino recepción latente, falso altruismo. Sin duda, en
tanto que la persona sea manejada en su deseo egoísta, ella debe sentir algún
placer en sus acciones, puesto que de otra manera no sería capaz de moverse.
Incluso cuando llena a otros, debe sentir alguna
ganancia, o que el otro le resulta más apreciado que ella misma. Entonces
siente amor natural hacia él, como una madre que está dispuesta a darle todo a
su bebé. Otra opción es que estemos conectados de manera tan cercana que el
bienestar de otro sea inseparable de mi propio beneficio, ¡o que sea manejado
por el miedo!
El motivo puede también ser el beneficio, una ganancia
adicional, o un deseo de acabar con mis sufrimientos. Este también se siente como una
ganancia egoísta y usualmente una ganancia aún mayor que el placer.
Yo puedo sentir una ganancia por la adición y también
una ganancia por no perder. En ese caso mi alegría es incluso mayor.
La persona puede encontrar 100 dólares en la calle,
sentirse feliz y olvidarlo muy rápidamente. Pero si pierde 100 dólares, lo
lamentará mucho más en comparación con la alegría que sentiría si hubiera
encontrado esa suma de dinero, puesto que es como amputar algo de mí mismo.
Por lo tanto, tenemos que entender que el poder de la
fe está por encima del deseo de recibir y se adquiere en dos fases: primero en
las vasijas que trabajan por una ganancia y después en las vasijas en las que
sentimos la pérdida. Todo nuestro deseo está dividido en dos partes: niveles 0,
1, 2 (el grosor del nivel raíz, fase uno, y fase dos) que son llamados GE, y niveles 3, 4 (el grosor de las fases tres y
cuatro) AHP. Primero
el otorgamiento se realiza en las vasijas de otorgamiento y después en las
vasijas de recepción.
Claramente, es mucho más difícil trabajar en aras de
otorgar en la vasija de recepción, ya que entonces la persona siente una
pérdida inmediata. Pudo haber recibido un placer directo en esas vasijas, y
ahora es lo opuesto, ella pretende otorgar con esas vasijas, y entonces resulta
que es una pérdida doble para su ego.
Pero ella se “santifica”, lo cual significa que
adquiere el atributo de otorgamiento y así avanza hasta que es recompensada con
la “santificación de la luna”, en la que el atributo de otorgamiento se vuelve
sagrado para ella.
Ella mismo no puede brillar como la luna, pero ilumina
según el grado de adhesión a la fuerza superior, a la fuente de la Luz,
al sol, con la ayuda del poder de la fe. Gracias a eso, la luna es santificada.
Al igual que la tierra, la luna no puede generar
ninguna luz, sino que ésta se adhiere lealmente al sol por encima de la tierra
y así comienza a brillar. No es su propia luz, pero brilla gracias al hecho de
que no recibe nada para sí, sólo con el fin de iluminar a otros.
(De la 1° parte de la lección diaria
de Cabalá del 30 de Noviembre del 2012, Escritos de Rabash, laitman.es)
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