La huida de Egipto es la huida de mi
valoración, de mi evaluación, de la manera en que mido al mundo, y mido todo.
De eso huyo. Si considero a todo en relación a mi beneficio, ahora esto se
llama en mí “Faraón”.
El Faraón es el programa que se halla en cada
detalle de la realidad. Es algo abstracto que se halla en todo el deseo, y este
programa no abandona por un momento gramo alguno, ninguna partícula de la
Creación – en nuestro mundo, en las galaxias – este programa es general. Y yo
tengo que preocuparme en traer otro programa en lugar de este, que
"renuevo" por encima del Faraón. Es decir que utilizo todos estos
datos y sólo les agrego una nueva posibilidad técnica. Tomo al Faraón, saco de
él sólo la intención de recibir, y la transmuto a la intención de otorgar, y el
Faraón mismo permanece.
Y ahora, cuando llego a considerar a todo
el mundo, como al otorgamiento y al amor al prójimo – esto se llama en mí
“Creador”. Esa es la salida de Egipto.
(Reflexión diaria, kabbalah.info/es)
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