Le parece a cada persona que el
Creador le da preferencia frente a otras personas. Todo el mundo tiene este rasgo porque viene de su propia raíz Superior
única. Puesto que una persona no siente esta raíz en otros, le parece a él o
ella que él o ella es única. Esta es la forma en que el poder de la ruptura
trabaja.
Sin embargo, no hay mal sin bien.
Sólo tenemos que utilizar esta sensación de nuestra singularidad correctamente.
En otras palabras, en lugar de sentirse como el hijo de un rey nacido en el palacio, una persona
tiene que alcanzar el grado llamado “hijo” (“Ben” en hebreo) a través de
sus propios esfuerzos. Este es un trabajo grande y duro.
Una persona tiene que borrar esta
“exclusividad” de sí mismo, que tiene en su cabeza. Tiene que acabar con todas
sus excusas y esperar que tenga derecho a algo. Él tiene que entender que
“quien no trabajó, no halló”.
(Consejo diario para el que está en el camino, De la lección diaria de Cabalá, Baal HaSulam, Carta 52, 1928)
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