Yom Kippur, el Día de la Expiación, es un estado donde el Kli(deseo) que
necesitamos corregir se revela. Rabash escribe
en muchos artículos que una persona llega al Día De Expiación de acuerdo a su
estado interno, que puede ser revelado sin ninguna conexión con el comienzo del
día festivo de acuerdo al calendario.
Cada uno de nosotros atraviesa esos estados en nuestro
desarrollo, incluyendo ascensos llamados Rosh Hashana (el Año Nuevo), Yom Kippur (el
Día De Expiación) y otros. Yom Kippur es un estado muy elevado. Una gran Luz
tiene que influirnos para revelar este estado en nosotros y toda una secuencia
de acciones es requerida. Una persona debe hacer grandes esfuerzos dentro del
grupo, en nuestra unificación, donde ocurrió la ruptura. El lugar de la ruptura
se nos entrega para que podamos corregirlo. Entonces entenderemos a qué se le
llama corrección, cuál es la estructura de este lugar, y cómo la Fuerza
Superior lo creó y lo continúa sosteniendo. Como resultado, descubrimos al
Creador.
Con el fin de lograr esto, hacemos esfuerzos de acuerdo a la
principal regla en la Torá,“Ama
a tu prójimo como a ti mismo”. Como los Cabalistas nos aconsejan, primero lo
realizamos en uno o varios pequeños grupos antes que en toda la humanidad, ya
que eso sería imposible. Al tratar de realizar esta regla en la unificación
entre nosotros de acuerdo al método de los Cabalistas, vamos del amor por los
seres creados al amor por el Creador y descubrimos hasta qué punto no estamos
en la cualidad de amor y otorgamiento.
No estamos hablando de la vida en este mundo y de cuán bien o
mal nos sentimos. No nos cercioramos del bien y el mal de acuerdo a esto, no
llegamos al Día de la Expiación de esta manera. Sólo al estar en un grupo,
aspirando a la conexión entre nosotros, y despertando la Luz que Reforma, llego a ver cuán consumido
estoy por el odio y el rechazo con respecto a mis amigos, que están tratando de
unirse para revelar el Creador dentro del grupo.
Yo revelo la fuerza de separación, la fuerza de la ruptura en
mí, y sólo en relación a esta fuerza puedo decir que he revelado el mal.
Entonces, con este mal, puedo venir con el Creador y exigir de Él la
corrección. El Día de la Expiación entonces se convierte en un día de alegría
porque revelo la enfermedad del egoísmo, mi propia naturaleza que necesita ser
corregida. Revelo la condición, “Yo cree el egoísmo,” y ahora puedo pedirle al
Creador la Torá, que es la fuerza para corregirlo. Está escrito, “Creé el
egoísmo y creé la Torá para su corrección porque la Luz tiene
lo regresa a uno a la Fuente” (al Creador).
Primero tenemos que trabajar muy duro por la unificación
entre nosotros, y entonces la Luz Superior brilla sobre nosotros desde el nivel
de ELUL (que viene de “Yo pertenezco a mi Amado y mi Amado me pertenece“).
Entonces llegamos a Rosh Hashana,
un estado donde deseamos un nuevo comienzo, nuevos cambios en el camino, unidad
entre nosotros, el nacimiento de un nuevo sistema o un nuevo ser humano (Adam)
en nosotros. Y sólo después de atravesar por todo esto llegamos a un estado
donde revisamos todas nuestras diez cualidades. En el décimo día después del
Año Nuevo, que marcó el comienzo de un nuevo camino, llegamos al Día de
Expiación.
En ese punto, por un parte estamos verdaderamente en un estado
de completa desesperación y falta de fuerza, y por otra parte experimentamos
una gran alegría porque finalmente podemos clamar hacia el Creador pidiéndole
que nos ayude con la completa confianza de que nos ayudará. Tenemos esta
confianza porque ya nos hemos revisado y hemos llegado a la conciencia de que
todos habitamos sólo en el mal, incapaces de hacer nada al respecto. Pero ahora,
en virtud de la conexión entre nosotros, tenemos la confianza de que el Creador
nos está ayudando y está esperando este preciso momento.
Baal HaSulam escribe que “No hay
momento más feliz en la vida de una persona que cuando descubre cuán
absolutamente impotente es y pierde la fe en su propia fuerza, ya que realizó
todos los esfuerzos posibles de los que fue capaz, pero no llegó a nada. Esto
es porque precisamente en este momento, durante este estado, ¡está listo para
una plegaria clara y completa al Creador!” Este momento es llamado el Día de la
Expiación. De este momento en adelante, una persona puede estar segura de que
recibirá la Luz de Corrección.PREGUNTA: El día de la expiación (Yom Kippur) es el día más importante del año para el pueblo de Israel. ¿Cuál es el significado espiritual de este día tan especial? ¿Cómo debemos relacionarnos con él para corresponder a sus raíces espirituales y transferir nuestra vida a un nuevo grado?
RAV LAITMAN: El día de la
expiación (Yom Kippur) no es simplemente una tradición. Este
refleja un estado espiritual especial en el desarrollo de la persona. No
debemos mirar este día por separado, sino como parte de ciclo de todo el año.
Tras la finalización de un año, que es un ciclo de cambios
internos, evaluamos todo lo que hemos atravesado, lo cual es llamado
“arrepentimiento”. Por lo tanto decidimos que es necesario elevarnos a un nuevo
nivel, comenzar el nuevo año (Rosh
HaShaná), cruzar a un nuevo estado, que sea mayor, más puro, más
exaltado. Entonces nosotros coronamos al Creador, a la fuerza de otorgamiento y
amor, estableciéndolo a Él para que reine sobre nosotros como la propiedad más
sublime.
Esto ocurre cuando empezamos a juzgarnos a nosotros mismos:
¿estamos realmente en la propiedad de otorgamiento? Todas nuestras propiedades
se dividen en diez partes, diez Sefirot.
Y estamos aclarando qué deseos dentro de esas diez partes pueden corregirse, y
cuáles no.
En esencia, el alma de la persona necesita ser corregida. Y un
alma son todos nuestros deseos que todavía son corruptos y necesitan
corrección.
PREGUNTA: ¿Qué debe corregirse
exactamente: las acciones de uno o el alma?
Rav Laitman: En nuestro mundo,
las acciones se llevan a cabo con las manos y los pies, o por medio de
palabras. Pero la sabiduría de la Cabalá explica que lo más importante es la
intención corregida, que es el verdadero deseo de la persona.
Las acciones por sí solas no son suficientes, porque yo puedo
realizarlas simplemente por costumbre. Entonces, en realidad es más difícil
para mí no hacerlas que hacerlas. Y estas pueden ser acciones que de otra
manera nunca habría hecho en mi vida a las cuales no estaba acostumbrado desde
la infancia.
En este caso, ya no se trata de cumplir un mandamiento, sino de
tradiciones inculcadas desde la infancia que se realizan de forma automática.
Para alguien podría ser difícil llevarlas a cabo, pero para otra persona,
podría ser difícil no hacerlas.
Es por esto que no estamos hablando de una acción, sino más bien
de una intención. Una acción, después de todo, no es un cambio: Puesto que
hemos venido haciéndolo, entonces seguiremos haciéndolo. Pero en la intención,
en la actitud de una persona hacia la acción realizada, siempre hay cambios.
La clave es la actitud de la persona con quienes la rodean.
Después de todo, el amor al prójimo como a uno mismo es la gran ley de la Torá.
Este es el punto de vista desde el que tengo que revisarme yo mí mismo con el
fin de ver en qué medida soy capaz de amar a mi prójimo.
La fuerza superior es una fuerza de otorgamiento y amor, y
nuestra meta es volvernos como ella. Es por esto que necesitamos alcanzar el
grado de hombre, Adam,
que significa similar (Domé) al Creador. Pero ¿cómo podemos revisar
esto? ¿Dónde está ese médico que me tomará una radiografía y me dirá
exactamente cuán similar soy al Creador?
Tal médico no existe, así que la persona necesita revisarse por
su cuenta. Este tipo de máquina de rayos X requiere de una Luz especial que nos
revisa. Esta Luz es llamada la Luz que Reforma.
Si estoy estudiando la verdadera Torá, es decir la sabiduría de
la Cabalá, entonces, gracias a ella, empiezo a ver la verdad. Veo cuán egoísta
soy, qué es exactamente lo malo que hay en mí, y qué hay que corregir, como si
yo me tomara una radiografía de mí mismo.
Esto sólo es visible para mí y los demás pueden no notarlo. Y
después de haberme visto en la imagen de rayos X, se me hace claro qué hay que
corregir. La Torá ordena esta imagen en la que yo sólo veo las intenciones, y
sólo hasta el nivel de la profundidad en el que soy capaz de corregir. Todo lo
demás no lo veo, y puede quedar para el próximo año.
Inmediatamente después del inicio del nuevo año, me encuentro en
estas sesiones de rayos X, llamadas los diez días de arrepentimiento. Yo
irradio mi corazón y aclaro mis intenciones con respecto a los que me rodean en
cada acción, y regreso a estas imágenes.
La Cabalá explica que Maljut asciende a Bina y
ella misma se compara con esta. Maljutes
nuestro deseo egoísta que se eleva a Bina,
al deseo de otorgamiento, aclarando la medida en que se diferencia de ella,
cuán lejos estamos de cuidar de nuestros vecinos, de las buenas relaciones, y
cuánto pensamos únicamente en nuestro propio beneficio.
PREGUNTA: ¿Qué se nos muestra
en estas imágenes de rayos X?
Rav Laitman: Esta imagen es en
blanco y negro. Les muestra la cantidad de blanco que hay en ustedes, es decir,
las intenciones para el beneficio de su prójimo. Y los puntos de color negro a
las intenciones para su propio beneficio, lo que puede corregirse.
Por lo tanto, se nos revela la envergadura de nuestro trabajo.
Este es un trabajo personal que está almacenado para cada uno de nosotros, pero
está dirigido a la comunalidad, al otorgamiento a todos, y a través de ellos,
al Creador, que es del amor de los seres creados, al amor del Creador. El
Creador es una fuerza que nos integra a todos juntos, y no es algo que exista
por fuera. Está escrito: “El Creador habita entre su pueblo”.
De tal forma que, si me esfuerzo por unirme con todos y quiero
convertirme en un todo con ellos, entonces yo revelo el sistema integral global
que generaliza nuestra unidad, llamada el Creador. Esta es la forma en que éste
se revela en nuestra percepción.
Por lo tanto, durante Yom Kippur tenemos que esforzarnos por amar a
nuestro prójimo tanto como sea posible y aún más, e incluso más allá del pueblo
de Israel, que esto se extienda a toda la humanidad. Esta es la razón por la
cual durante Yom Kippur se acostumbra a leer la historia del
profeta Jonás, a quien el Creador le dio instrucciones para que se dirigiera
hacia la ciudad de Nínive, que simboliza el mundo, hacia la corrección.
(Del programa
de televisión “Una nueva vida” , laitman.es)
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