Por Gilad Shadmon
Las reglas que afectan nuestro mundo se originan en los
reinos espirituales superiores. Estas reglas descienden a la realidad que
experimentamos, pero en el proceso pierden su belleza y gracia. La sabiduría de
la Cabalá nos enseña cómo volver a descubrir esa armonía y revivir nuestra
parte espiritual.
Para
entender los acontecimientos de nuestro mundo, debemos comprender su origen. Si
examinamos honestamente la realidad, tendremos que admitir que no tenemos idea
de la razón por la que ocurren las cosas de la manera en la que suceden. En
todo campo de conocimiento humano –ciencias exactas, sociales, medicina o
cultura –somos incapaces de explicar en forma precisa y completa el por qué las
cosas se desarrollan de una determinada manera. Si pudiéramos, seríamos capaces
de prevenir que ocurriesen las adversidades. Una vez que las cosas se tuercen,
podemos racionalizar sus causas en un millar de formas, pero al final de
cuentas, en el mejor de los casos, acabaremos con una calculada suposición.
Por
poner algunos ejemplos: “Si hubiese llevado mi abrigo cuando salí la pasada
noche, en lugar de pasear en chaqueta, no me sentiría enfermo”... “La economía
parece desplomarse debido a un déficit en la balanza comercial”... “Mi equipo
favorito pierde en casa porque los jugadores se sienten más presionados”...
Para
entender realmente el porqué de los acontecimientos, y cómo se desenvuelven,
debemos mirar más allá de los resultados. Es preciso utilizar una herramienta que
pueda investigar el fondo de nuestras almas y descubrir su origen a nivel de
causa, y no de efecto. Para tan intenso escrutinio, el telescopio “Hubble” de la
introspección es la sabiduría de la Cabalá. Esta sabiduría es una herramienta
de investigación, que usada correctamente, garantiza el conocimiento tanto de
este mundo como de los mundos espirituales. En lugar de considerar la realidad
como un embrollo de incidentes, la Cabalá describe los sucesos de nuestro mundo
de acuerdo a leyes absolutas e inmutables de la Naturaleza. Esas leyes son
indetectables para la mayoría de las personas hasta que comienzan a aplicar la
sabiduría de la Cabalá en sus vidas. Al hacerlo, surge un nuevo entendimiento
de la realidad, y con él, la habilidad de moldearla.
Tomemos
la gravedad como ejemplo. Si nos subimos a una silla y saltamos al suelo, puede
ser un juego. Pero si nos tiramos del tejado de un edificio de diez pisos,
resultará trágico. En este ejemplo, el error y su consecuencia es inmediato,
así que podemos vincular el resultado directamente a su causa: “El hombre murió
porque saltó del tejado de un edificio de diez pisos”. Pero ¿qué pasa si una
persona tras un salto premeditado en el que sufre un golpe se recupera pero
muere repentinamente un año después, sin conocer la conexión entre este
accidente y los doce meses anteriores?, ¿cómo sabría que no debería haber
saltado? Necesitaría de un instrumento que le indicase a qué le conduciría este
salto tras el lapso de un año.
Esto
es lo que la Cabalá hace exactamente —ve las causas y sus consecuencias. En
términos cabalistas, decimos que muestra las conexiones entre las ramas (consecuencias)
y sus raíces (causas). La gravedad es una ley. No puede ser desviada o
falseada. Podemos, sin embargo, estudiarla y aprender cómo usarla en nuestro
beneficio.
Pero
si no supiéramos que existe, y no viésemos la conexión entre la gravedad y sus
efectos, ¿nos evitaría esto caer? Probablemente, el principio más básico de
enjuiciamiento criminal es que la ignorancia de la ley no exime de su culpa. De
forma similar, no puedo saltar desde lo alto de un edificio y decir, “Lo
siento, no lo sabía”. Las leyes que la Cabalá describen son igual de inflexibles.
La única diferencia entre estas leyes espirituales y las leyes físicas es que
no vemos las primeras porque estamos totalmente desconectados de la espiritualidad.
Para
un cabalista, que está conectado a la espiritualidad tan palpablemente como tú
y yo estamos conectados al mundo físico, esas leyes son tan claras y reales
como la fuerza de la gravedad. Para
un cabalista, ignorar esas leyes es similar a aquel que saltó desde un décimo
piso y se le preguntó a media caída, “¿Cómo te va compañero? y replicó, “¡Pues
hace fresquito!”.
La
ley de Raíz y Rama determina que todo lo que ocurre en el mundo material es una
réplica de lo que sucede en un mundo superior.
Los
cabalistas describen un mundo más elevado que está actualmente escondido de
nuestros sentidos, pero que para ellos es muy concreto.
En
realidad, es tan consistente que consideran ese otro mundo como la base para
todo lo que sucede en el nuestro.
También
nos enseñan que todo lo que pensamos, sentimos, imaginamos, vemos y oímos ha
sido predeterminado en un mundo superior.
El
Rabí Yehuda Ashlag describe esta ley en su ensayo “La Esencia de la Sabiduría
de la Cabalá”. De acuerdo a Ashlag, “No hay un solo elemento de la realidad, o
un evento en la misma, que no se pueda encontrar en el Mundo Superior de forma
similar a dos gotas de agua en un estanque”. Son
llamados ‘raíz y rama’, indicando que el elemento en el mundo inferior es
considerado una rama en comparación con su modelo en el Mundo Superior, que es la
raíz del elemento en el inferior, ya que éste último ha dejado su huella y ha
sido formado desde allí”.
Usando
la Cabalá, ¡podemos afectar este sistema superior y, de hecho, cambiar nuestros
destinos! Primero, necesitamos aprender cómo funciona ese sistema, y luego cómo
manejarlo por nosotros mismos. Cada
libro cabalista describe la manera en que este sistema espiritual (raíz)
funciona, permitiéndonos encontrar estas acciones en nuestras almas.
Cuando
lo hacemos, podemos “maniobrar” con ellas, y como consecuencia, cambiar nuestra
realidad. A esto se refieren los cabalistas cuando hablan de Tikkún (corrección).
0 comentarios:
Publicar un comentario