No puede haber temores diferentes: por mi condición en este mundo,
por mis familiares, y por el mundo entero. Todos estos son temores corporales que se derivan del hecho de que
la persona no está conectada con el Creador de
la manera correcta en el momento, de tal manera que ella pueda darse cuenta de
que todo está en Sus manos y que “no existe nadie además de Él”.
La persona no entiende que ella está totalmente bajo el
control del Creador, y por eso teme por sí misma en este mundo. Puesto que no
tiene contacto con el Creador, siente que ella y este mundo se han separado de
la Fuerza superior. Piensa que este mundo existe por sí mismo.
Entonces hay otra etapa en la que la persona comienza a
preocuparse por saber cómo son las cosas en el siguiente mundo: con respecto a
sí misma, a sus familiares, al mundo. Esto significa que ella se separa a sí
misma y al mundo del Creador, como si todas estas cosas existieran por separado
unas de otras, y busca una conexión entre ellas para poder garantizarse una
mejor vida.
Todo éste temor se
desprende del ocultamiento, para que nada pueda ayudarle excepto el avanzar
hacia el verdadero temor, hacia el temor al Creador.
Este ya es un diferente tipo de temor, no es con
respecto a este mundo, al siguiente mundo, ni por la recompensa y el castigo en
ellos. Hay un temor que por ahora simplemente permanece en la persona, ella no
ha descubierto totalmente que el Creador controla toda Su buena creación y que
no tiene nada que pedir y nada de qué preocuparse, ni en el presente ni en el
futuro.
Cuando ella mira hacia el pasado se avergüenza de sus
malas acciones. Esto significa que aún no se ha adherido a la Providencia
superior para que poder entender que no existe nadie aparte de Él, excepto la
Providencia única.
Resulta que la causa de todos los temores es el
ocultamiento. Todo está determinado sólo por nuestra transición desde el
ocultamiento hacia la revelación. No hay otro criterio para evaluar nuestro
estado. El ocultamiento, una sensación insuficiente del Creador, la fe incompleta por encima de la
razón, todo esto lleva al temor y la preocupación.
Este nivel es llamado “arrepentimiento por temor” y es
el nivel intermedio antes de la plenitud. Éste debe existir. En este nivel la
persona aclara cuantos deseos, en la cuales siente este mundo, aún están
desconectados del bien único, de la Providencia infinita del Creador.
La persona puede ordenar sus deseos de manera más rápida
si se conecta más fuertemente con el grupo. En el interior de
éste, ella siempre encontrará a la Luz superior y a ella misma operando, y
procesará todos sus temores correctamente para que cada temor haga que ella
avance hacia la plenitud tanto como sea posible.
El temor completo es llamado la Luz de Jassadim en la iluminación de Jojma. Ella debe abordar este temor
gradualmente al examinarlo. Si lo exige de manera correcta, ella exige entender
todas las interrupciones, es decir conocer todos sus deseos y discernimientos
en los cuales ella aún no se asemeja al Creador y en los cuales todavía no hay
temor completo.
Mientras tanto, la persona no está en un estado de temor
completo, preocupándose por tener la intención de con el fin de otorgar, por
encima de todas sus vasijas de conocimiento, sus vasijas de recepción, pero en
realidad esto es lo que construye el temor completo. Al mismo tiempo, se
preocupa por esto, por cuán grande es su otorgamiento, es decir por encima de
qué grosor de la vasija que se reveló, puede ella elevarse y estar en
otorgamiento. Así es como alcanzamos el temor completo.
(De la 1° parte de la lección diaria
de Cabalá del 12/4/12, “Introducción al Estudio de las Diez Sefirot”. laitman.es)
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