Todo en la realidad se
divide en dos partes:
La parte interna:
el mundo espiritual, el mundo de las raíces, las decisiones y las intenciones.
La parte externa: nuestro
mundo, el mundo de las ramas, las consecuencias, acciones y su ejecución.
Nuestro trabajo consiste en revelar la parte interna por medio de
las cosas que nos ocurren y las influencias que recibimos. En otras palabras,
tenemos que elevarnos del nivel de la acción al nivel de la intención para
comprender lo que la Fuerza única y común llamada Naturaleza pide de nosotros y
por qué nos desarrolla específicamente de esa manera. Al examinar lo que nos
pasa, llegaremos el conocimiento completo de nosotros mismos y de la Naturaleza
(o el Creador) incluyendo Su deseo, razón, plan y pensamiento.
Con el fin de adquirir este conocimiento, se tienen que alcanzar
los mismos atributos que son inherentes a la Naturaleza: los atributos de
otorgamiento, amor y el estado común entre todas sus partes. De otra forma, no
lo entenderemos. Si se realizan las mismas acciones de la Naturaleza, las
estudiamos y estamos de acuerdo con ellas, entonces alcanzaremos el nivel de la
Naturaleza (el Creador). Así es como se alcanza el nivel de Adam (de
la palabra Edameh,
similar a la Naturaleza, al Creador).
(Reflexión diaria, laitman.es)
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