Necesitamos entender que la
Torá no habla ni una sola palabra sobre este mundo. Versa solamente
sobre el
alma y su corrección. No se refiere a ningún otro tema.
Nuestra alma, nuestro egoísmo o
nuestra “inclinación mala” es lo que está corrupto. Todavía debemos
realizar la importante tarea de aclarar lo que es el deseo egoísta -
y esto no sencillo – para después corregirlo. Revelaremos al Creador
en nuestro deseo corregido y alcanzaremos la equivalencia con Él, en nuestros
deseos y pensamientos, en el corazón y en la mente.
La persona debe aspirar a ver el
mundo espiritual a través de este mundo, y comprender que el mundo espiritual
es eterno y que nos encontramos en él, incluso ahora. Únicamente tenemos que
revelarlo nosotros mismos.
Todos los libros de la Torá
están escritos especialmente para la revelación del Mundo Superior y del Creador.
La Torá
en hebreo proviene de las palabras Oraá (instrucción) y Or (luz).
Ella nos habla sobre cómo revelar nuestro estado eterno, en el cual existimos,
pero que no sentimos. Nos dice cómo desarrollar en nosotros el sentido interior
que nos permitirá percibir la parte oculta del mundo.
Todos los libros de la Torá hablan
exclusivamente de esto, puesto que nuestro propósito es revelar toda la perfecta
Naturaleza en la que existimos.
(Reflexión diaria, laitman.es)
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