El Creador ha
creado la ocultación que aleja, separa, rechaza y
confunde. En lugar de revelarse abiertamente y al instante, Él se esconde
para despertar en nosotros una aspiración, una pasión, un deseo de Alcanzarlo.
En esto
radica todo el objetivo de la ocultación, en la necesidad de crear las
“fuerzas impuras” (Klipót), que nos sostengan hasta que alcancemos
el deseo correcto por el Creador. Ellas nos sujetan como los perros que tiran
de la correa para saltar sobre alguien.
Él se
oculta, hasta que nosotros podamos adquirir el deseo de otorgamiento único y
correcto, que no se podrá extinguir después de un encuentro con Él. Al revelar
al Creador, en este deseo corregido, no se desvanecerá como los deseos de
nuestro mundo, que una vez que hemos recibido lo que deseamos, de
inmediato cesamos de apreciarlo. Por el contrario, debemos valorar y amar cada
vez más este placer, porque guarda en sí mismo la actitud del Otorgante hacia
nosotros.
Por lo
tanto, en todos estos rechazos y ocultaciones creados por el Creador debemos
ver un flirteo, un juego que nos lleva al deseo correcto que no es sólo un
deseo muy fuerte sino un deseo con la forma correcta. Esto sucede para que
busquemos el placer en el encuentro con el Otorgante en lugar de en el
encuentro con el llenado.
Como una
mujer que exige del hombre una conexión interna a partir de una acción externa.
Tenemos que aprender acerca de lo espiritual basándonos en la psicología de
nuestra vida. Debemos entender la esencia de la ocultación, el coqueteo y
todo este juego, mediante el cual el Creador nos
acerca, o nos aleja.
No
alcanzaremos la revelación en tanto que no empecemos a Valorarlo y con Su
ayuda, construir una actitud correcta para el encuentro con Él, en tanto que no
tengamos la capacidad de interpretar la conexión con él como un medio de
placer. Él está esperando que nosotros lo queramos más a Él que al placer que
nos da. Sólo entonces estaremos preparados para aceptar este placer y, dentro
de él, revelar al Creador.
(Reflexión diaria, kabbalah.info/es)
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