Adam fue el primero en
alcanzar el sistema de la creación y descubrió que la meta final de la
evolución humana es el alcance del estado superior, el ascenso al nivel del
Creador, el cual deben alcanzar todas las futuras generaciones.
Por lo tanto, inmediatamente empezó a difundir la sabiduría de
la Cabalá mediante el establecimiento de tres grupos de estudiantes llamados
sus hijos.
No eran hijos corporales, sino espirituales, que estaban en un
nivel inferior a su maestro y que aprendieron de él a ascender al siguiente nivel.
Por lo tanto, los términos, “padre” e “hijo” de la Torá se refieren a dos
niveles. No existen relaciones de sangre entre ellos, sino sólo una continuidad
espiritual.
Después de Adam,
surgieron de sus alumnos tres líneas: Sem, Cam y Jafet. La línea que surge de
Sem se desarrolló, y las otras dos líneas resultaron ser callejones sin salida.
Pero estas también eran necesarias con el fin de expresar, resaltar, y
estabilizar la línea media.
Por lo tanto se desarrolló una cadena gloriosa de cabalistas y
sus escuelas durante muchos años desde Adam hasta el tiempo de la antigua
Babilonia: diez generaciones de cabalistas hasta Noé y diez generaciones que lo
seguían.
Cada generación simboliza cierta fase suya en la revelación de
una relación cada vez más fuerte con el Creador y el reconocimiento de la red
de fuerzas que manejan nuestro mundo.
En los tiempos de Noé, continuó la aclaración y la purificación
del sistema de conocimiento del Creador y el acercamiento a Él, y esto se
describe en la historia del Arca de Noé.
Después de que todos los estudiantes de Noé ascendieron al nivel
de unidad en el atributo de otorgamiento y en equivalencia con el Creador al
arreglárselas para conectar las partes inanimada, vegetativa, animada, y
hablante de la naturaleza dentro de ellos, en una cápsula (el arca), se las
arreglaron para superar el nivel llamado la “inundación”. En vez de ahogarse,
absorbieron todos los atributos del agua, los atributos de la vida, el atributo
de otorgamiento.
La ruptura que se produjo en ellos fue el comienzo de un nuevo mundo.
Noé simboliza este punto de inflexión, en el que las personas que estudian la
Cabalá adquieren el atributo de otorgamiento, que es representado
metafóricamente por el agua. Después de haber experimentado una revolución
interna, ellos comienzan a utilizar este punto correctamente y continúan su
desarrollo.
(Del Kab.TV “Historias breves”)
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