En nuestro mundo estamos en contacto con
cuerpos físicos, y nos parece que tenemos libre elección, independencia, y que
preguntamos y recibimos respuestas y reacciones. Pero más adelante, descubrimos que simplemente estábamos
frente a un espejo y no había otros. Mis atributos me parecen
la humanidad, un gran mundo a mi alrededor con el cual, en apariencia,
trabajo.
Por lo tanto, necesitamos entender que lo que le
hacemos a otros, nos lo hacemos a nosotros mismos. No sólo regresa a ti de
forma circular, sino que directamente actúas en tu contra. Todo lo que ves a tu
alrededor son tus cualidades internas extendidas hacia afuera.
Y esta es la única oportunidad para descubrirte
gradualmente. Ya que si descubriéramos dentro de nosotros el mismo deseo con el
que el Creador nos creó, nos quedaríamos constantemente atorados dentro de
este, entonces no trataríamos de examinarlo, sino que lo comprenderíamos como
algo bueno, y sólo pensaríamos en cómo llenarlo. Cuidaríamos de este como una
madre amorosa a la que no le preocupa nada, sólo que su hijo esté gordo y
saludable. Ella no critica los atributos personales de él.
Por lo tanto estamos en una realidad especial. Se
dice, “Una persona es un pequeño mundo”, y todo lo que está en el interior, él
lo ve en el exterior. Todo el mundo que te rodea eres tú, tú mismo, a la
inversa de como si se derramara hacia afuera. Y ahora, ya que ves todo lo que
existe como si estuviera fuera de ti y te relacionas con ello de forma egoísta,
puedes tratar de alcanzar el amor con todos tus atributos egoístas.
(Reflexión diaria, De la Lección diaria de Cabalá, Escritos de Rabash)
0 comentarios:
Publicar un comentario