PERCATARSE DEL DOMINIO DEL CREADOR
Uno no puede expulsar los pensamientos y
deseos egoístas de su propio corazón y dejarlo vacío. Solamente al llenar el
corazón con deseos espirituales altruistas en lugar de los egoístas, podemos
sustituir las aspiraciones pasadas por las opuestas, y de esta manera,
aniquilar el egoísmo.
¿Cómo podemos elevarnos a un nivel espiritual
donde hayamos erradicado por completo el interés propio y la preocupación por
sí mismo?, ¿cómo puede nuestro deseo de dedicarnos con devoción al Creador
convertirse en nuestra única meta en la vida, tanto que sin alcanzarla,
sentimos como si estuviésemos muertos?
Elevarse a este nivel ocurre gradualmente y se
procesa en la forma de retroalimentación. Cuanto más esfuerzo hacemos en
nuestra búsqueda de una senda espiritual, tanto en estudiar como en emular los
objetos espirituales, más convencidos estaremos de nuestra absoluta inhabilidad
de alcanzar esta meta por nosotros mismos.
Cuanto más estudiemos los textos que son
importantes para nuestro desarrollo espiritual, más confuso y desorganizado nos
parecerá el material.
Mientras más nos esforcemos en tratar mejor a
nuestros instructores y semejantes, si en realidad estamos avanzando
espiritualmente, se hará más claro que todas nuestras acciones son dictadas por
el egoísmo.
Tales resultados siguen el principio: Fuércelo
hasta que diga, «estoy de acuerdo». Podemos librarnos del egoísmo solamente
si captamos que éste causa la muerte al impedir que nos demos cuenta de
la verdadera vida eterna, llena de deleite.
El desarrollar odio hacia el egoísmo
eventualmente nos conducirá a liberarnos de él.
A pesar de que no podemos deshacernos del
egoísmo por nuestros propios esfuerzos, mientras más pronto nos demos cuenta
que el egoísmo es nuestro enemigo y nuestro exterminador espiritual, más fuerte
será nuestro odio a él. Eventualmente, este odio hará que el Creador nos ayude
a superar al enemigo; de esta manera, incluso nuestro egoísmo servirá al
propósito de la elevación espiritual.
Lo más importante es nuestro deseo de
entregarnos por completo al Creador al percatarnos de Su grandeza. (Entregarse
al Creador significa separarse del «Yo»).
A este punto, debemos decidir cuál es la meta
que vale más la pena alcanzar: el logro de los valores transitorios o el de los
eternos. Nada de lo que hemos creado permanece para siempre; todo es
transitorio. Sólo las estructuras espirituales, tales como los pensamientos,
los actos y los sentimientos altruistas son eternos.
Por lo tanto, al esforzarnos por imitar al
Creador en sus pensamientos, deseos y esfuerzos, de hecho, estamos edificando
la estructura de nuestra propia eternidad. Sin embargo, dedicarnos al Creador
es sólo posible cuando nos damos cuenta de la grandeza del Creador.
Es lo mismo en nuestro mundo: si consideramos
que alguien es grandioso, nos sentimos felices de estar al servicio de dicha
persona.
Podemos incluso sentir que quien recibe
nuestro regalo nos ha hecho un favor al aceptarlo, y no a la inversa.
Este ejemplo demuestra que la intención de
una acción puede cambiar la forma externa de un acto mecánico –dar o recibir– a
su sentido contrario.
Por lo tanto, cuanto más digno de alabanza
consideremos al Creador, con mayor disposición le entregaremos a Él todos
nuestros pensamientos, deseos y esfuerzos. Pero al hacerlo, en realidad sentimos
que estamos recibiendo por parte de Él, en vez de darle. Sentimos que se nos ha
dado una oportunidad para brindar un servicio, una oportunidad que es sólo
conferida a unos cuantos merecedores en cada generación.
Al contemplar la vasta diferencia entre las
características del Creador y aquellas de Sus seres creados, es fácil llegar a
la conclusión de que ambos pueden llegar a ser compatibles solamente si los
seres creados alteran su naturaleza absolutamente egoísta. Esto es posible sólo
si la persona se auto-anula, como si no existiera; por lo tanto, no hay nada
que los separe del Creador.
Sólo si sentimos que sin recibir una vida espiritual
estamos muertos, (como cuando la vida ha dejado el cuerpo), y sólo si sentimos
un ferviente deseo de una vida espiritual, podemos recibir la posibilidad de
entrar en esta vida espiritual y respirar el aire espiritual.
(Extractos del libro Alcanzando los Mundos Superiores, Por Rav Dr. Michael Laitman)
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