En la línea derecha, conocida también como el estado de dar (jesed), o fe por encima
de la razón, estamos felices con lo que se nos ha dado, con nuestro
destino, y con lo que el Creador nos ha otorgado, puesto que vemos todo esto
como nuestro más grande regalo. Esto es así independientemente del hecho que
cumplamos los mandamientos del Creador sin captar su significado interno, sino
con base a nuestra propia formación o a la auto-aceptación de ciertas
obligaciones y educación personal.
Pero este estado aún no es considerado como la línea derecha
porque la línea izquierda está ausente. Solamente cuando aparece el estado
contrario podemos hablar de cualquiera de las líneas. Por lo tanto, sólo
después de inclinarnos hacia la evaluación crítica de nosotros mismos,
únicamente después que estimamos nuestros propios logros, solamente después de
determinar las metas verdaderas de nuestras vidas, sólo cuando evaluamos de
manera crítica los resultados de nuestros propios esfuerzos, solamente entonces
obtendremos la línea izquierda.
Lo importante aquí es la meta de la Creación. Nosotros
determinamos que, en esencia, nuestra meta es recibir placer del Creador. Al
mismo tiempo, sentimos que no lo hemos experimentado ni siquiera una vez.
En el curso de nuestros estudios, aprendemos que esto puede
ocurrir únicamente cuando existe una congruencia de cualidades entre nosotros y
el Creador. Por lo tanto, estamos obligados a examinar nuestros propios deseos
y aspiraciones, juzgarlos tan objetivamente como podamos, controlar y analizar
todo, a fin de determinar si realmente estamos avanzando hacia la renunciación
del egoísmo y adquiriendo amor por otras personas.
Si como estudiantes vemos que todavía permanecemos en el estado de
los deseos egoístas y que no hemos progresado hacia una mejor condición,
sentimos a menudo desesperación y apatía. Además, de vez en cuando, descubrimos
no solamente que permanecemos en medio nuestros deseos egoísticos, sino que nos
damos cuenta que se han incrementado, ya que hemos adquirido deseos de placer
que alguna vez consideramos bajos, mezquinos, efímeros, e indignos.
Está claro que en este estado se hace difícil continuar observando
los mandamientos y estudiar con nuestra alegría previa; en cambio, caemos en la
desesperación y la decepción, y lamentamos el tiempo perdido, así como también
los esfuerzos que hemos empleado y las privaciones que hemos sufrido. Por
consiguiente, nos rebelamos contra la meta de la Creación.
Este estado se conoce como la línea
izquierda porque requiere
corrección. En este momento ya hemos percibido nuestro propio vacío y
debemos recurrir a la línea derecha, hacia los sentimientos de plenitud,
satisfacción, y felicidad absoluta que nos ha tocado. Previamente, no se
considerado que estuviéramos en la línea derecha porque todavía estábamos en
una sola línea, simplemente porque no había una segunda línea y, por lo tanto,
tampoco existía la autocrítica.
Pero si después de percatarnos de manera genuina sobre la
imperfección personal en la segunda línea, volvemos a la primera línea, es
decir, el sentimiento de perfección (en contra de nuestro estado y sentimientos
actuales), entonces se considera que estamos actuando a lo largo de las dos
líneas, no simplemente la primera y la segunda, sino a lo largo de dos líneas
contrarias: la derecha y la izquierda.
La línea derecha se llama también la verdad porque podemos entender claramente que
todavía no hemos alcanzado el nivel espiritual, y no nos mentimos a nosotros
mismos. En cambio, decimos que lo que recibimos viene del Creador, incluso
nuestras más amargas condiciones. Por consiguiente, la fe por encima de la
razón tiene mucho valor, porque existe un contacto con el Creador.
Podemos ver entonces, que la línea derecha está construida sobre
el claro reconocimiento de la falta de percepción espiritual y sobre el amargo
sentimiento de falta de autoestima. Esto es seguido por nuestra salida de los
cálculos egoístas, hacia las acciones basadas en el principio: No lo que
yo ganaré, sino, lo que desea el Creador.
La línea izquierda, por otra parte, está construida sobre la
verificación de la naturaleza genuina de nuestro amor por otros seres humanos;
sobre la determinación de si somos capaces de actuar de forma altruista, y de
realizar actos no egoístas. Está también construida sobre la comprobación de si
realmente no deseamos recibir ninguna recompensa por nuestros esfuerzos.
Si después de tales cálculos vemos que somos incapaces de
renunciar a nuestros propios intereses, incluso a menor grado, entonces no
tenemos otra opción sino suplicarle al Creador que nos brinde la
redención. Por esta razón, la línea izquierda nos trae hacia el Creador.
La línea derecha nos da la posibilidad de agradecer al Creador por
el sentimiento de Su perfección. Por eso no nos da una percepción de nuestro
estado verdadero, el estado caracterizado por la ignorancia absoluta, y por
falta total de conexión con lo espiritual. Y por lo tanto, tampoco nos hace
rezar, y sin una plegaria es imposible comprender la luz de la Cabalá.
En la línea izquierda, sin embargo, procuramos superar nuestro
estado verdadero con nuestra propia fuerza de voluntad, llegando así a darnos
cuenta que no poseemos la fuerza necesaria para tal tarea. Solamente entonces,
comenzamos a discernir nuestra necesidad de ayuda de lo Alto, ya que vemos que
solamente los poderes sobrenaturales pueden ayudarnos. Sólo a través de la
línea izquierda podemos lograr el fin deseado.
Pero es importante entender que las dos líneas deben estar
balanceadas, de modo que cada una de ellas sea utilizada equitativamente.
Solamente entonces surgiría una línea media, combinando la línea derecha y la
izquierda en una sola línea.
Si una línea es mayor que otra, eso impedirá la fusión de ambas,
debido a que esa línea se percibirá como más beneficiosa en situación dada. Por
lo tanto, las dos líneas deben ser absolutamente iguales.
El beneficio de esta difícil tarea de acrecentar ambas líneas por
igual, radica en el hecho que en su fundación la persona percibe la línea
media, la Luz Superior, la cual se revela y se percibe y se percibe
precisamente de las experiencias de ambas líneas.
Por Rav Michael Laitman
0 comentarios:
Publicar un comentario