“…el rezo tiene que realizarse en el corazón… O sea,
que el corazón está de acuerdo con lo que el hombre expresa con sus labios…
‘porque el hombre mira con sus ojos, y el Señor ve el corazón’”
Rabí Baruj Ashlag, “Shamati 122”
Por: Eli Vinocur y Avihú Soffer
Un nuevo año se acerca y se siente una atmosfera festiva, la
gente saluda bendiciendo el nuevo año y se prepara para el banquete familiar.
¿Cuál es la base de este acontecimiento según la Cabalá? ¿Qué significado
espiritual tiene la fiesta de Rosh ha Shaná?
Rav Laitman: Como ante toda
novedad, también en el umbral del nuevo año, esperamos naturalmente algo mejor.
La sabiduría de la Cabalá nos explica, efectivamente, que Rosh ha Shaná
simboliza un cambio positivo, pero se trata de un cambio maravilloso y mucho
más grande del que nos podemos imaginar ahora.
Según la Cabalá, el año nuevo simboliza el comienzo de un camino
espiritual nuevo en la vida del hombre, su nacimiento espiritual. Cuando el
individuo vive dentro de su rutina diaria, su vida pasa y de hecho, no tiene
libre albedrio. El proceso de desarrollo de su vida está dictado completamente
por los genes impresos en él y por la sociedad que lo rodea, y estos puntos
marcan absolutamente los eventos de su vida. Hasta se podría decir que es
activado como un robot. Así se maneja hasta que en alguna de sus encarnaciones,
llega el momento en el que comienza a formularse preguntas esenciales, como:
¿para qué vivo?, ¿por qué vivo?, ¿qué hay después de esta vida? Cuando estas
preguntas se despiertan en él, el hombre está ya maduro para entrar a un
nuevo camino, del que podrá nacer en una realidad distinta, completa y eterna.
Este es el estado espiritual que simboliza la fiesta de Rosh ha Shaná.
Y cuando Ud. Dice que “Rosh ha Shaná simboliza el nacimiento del
hombre”, ¿se refiere, acaso, a la parte espiritual en el hombre?
Rav Laitman: Por supuesto. La sabiduría de la Cabalá se refiere
únicamente a la parte espiritual en el hombre, a su alma. Según esta, “Adam”
(en hebreo – humano) es quien ha comenzado a sentir en su interior la necesidad
de desarrollarse espiritualmente, quien ya siente una atracción hacia algo que
se encuentra más allá de este mundo. Si bien aún no sabe por qué y para
qué, algo lo empuja hacia arriba.
La palabra “Adam”, es derivada de “Adamé” (semejanza) al Superior,
al Creador. De momento que el hombre siente en él esta nueva atracción interna,
significa que se despertó en él la chispa del alma, que comienza a moverlo
hacia el mundo espiritual. Y entonces, de manera natural, llega a la sabiduría
de la Cabalá, ya que esta es el método destinado para proveerle la Luz Superior
que desarrollará esa chispa en el alma, y luego la llenará de abundancia
infinita.
Volviendo al tema de los símbolos, ¿qué significa la manzana
mojada en miel, que es tan identificada con esta festividad?
Rav Laitman: La miel simboliza endulzamiento, que en la Cabalá significa
corrección. O sea, corrección del ego. La sabiduría de la Cabalá nos explica
que no debemos destruir o borrar nuestro ego, sino que debemos aprender a
corregirlo y utilizarlo en una forma más correcta. En cuanto sepamos usar
correctamente todos nuestros deseos y atributos, estos se convertirán en buenos.
La corrección del ego humano es la llave que puede llevarnos a una vida de
felicidad. Únicamente de esto se habla en el “pecado del primer hombre”, que
está mal interpretado en tantas culturas.
Usted nombra al “Primer Hombre” – aquí no se trata, probablemente,
de la leyenda sobre la manzana prohibida, o algo así. ¿Qué es, entonces, ese
concepto cabalístico llamado “Primer Hombre”?
Rav Laitman: “Primer Hombre” es un término cabalístico que indica la
recopilación de todas nuestras almas. Almas que existían aún antes de la
creación del universo, del planeta Tierra tal como lo conocemos o nuestra vida
sobre él.
Es una estructura espiritual de una sola alma grande, en la que
se encuentran todas las almas en estado de unión maravillosa.
Esta alma integral quiso elevarse al grado del Creador y
asemejarse a Él, pero fracasó en este acto. Dentro del alma se reveló el ego,
un deseo propio tan grande, que provocó su caída rompiéndose en añicos, en vez
de unirse con el Creador. Reitero que estamos hablando únicamente en términos espirituales,
y es importante no equivocarse o, Dios no lo permita, imaginarse fantasías.
El “rompimiento” se refiere a que todas las almas que
anteriormente estaban en unión, en una conexión maravillosa y en amor mutuo
entre ellas, ahora se han desconectado una de la otra y se han dividido en
muchísimas partículas separadas. En vez de amor, se reveló entre ellas el odio.
Este proceso se llama “pecado del primer hombre”.
Y nosotros ¿somos fragmentos de esas almas?
Rav Laitman: Si, somos esas almas particulares, y en cada uno de nosotros se
encuentra una pequeña chispa de esa alma general. Pero esa chispa es aún
demasiado pequeña. En primera instancia esta existe en nosotros como un pequeño
punto, como una célula en el cuerpo. El momento en que se despierta en nosotros
la pregunta sobre la razón de la vida, es la correcta señal para nosotros de
que estamos maduros para desarrollarnos en dirección espiritual
Entonces, de hecho, ¿somos todos participantes de la misma
misión espiritual?
Rav Laitman: Exactamente. Y por eso nos denominamos “hijos de Adam”, porque
todos somos resultado de esa alma general llamada “Primer Hombre” (Adam HaRishón).
Hoy estamos en una era en la que la humanidad entera se enfrenta a serias
preguntas existenciales. La pregunta sobre el propósito de la vida, su
existencia y la necesidad de entender la esencia del proceso que la humanidad
experimenta, es un tema de interés común. La crisis general de la que somos
testigos, la desesperación que agobia a muchísimas personas, acercan al mundo
hacia preguntas sustanciales. En estos días, la humanidad entera se encuentra
al umbral de una nueva era. Según la Cabalá, esta es una excelente oportunidad
para dejar lugar a un nuevo año y un cambio espiritual general dentro de
nosotros.
(Fragmento de la entrevista con Rav Laitman, kabbalah.info/es)
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