Por Rav Dr. Michael Laitman
El libre albedrío, ¿existe o no? ¿Dónde se encuentra
la verdadera libertad en nuestra vida?
La naturaleza interna del ser humano es el egoísmo, el deseo de
recibir placer. Esta naturaleza nos obliga a actuar de acuerdo a una fórmula
conductual imbuida en nosotros: mínimo
esfuerzo-máximo rendimiento.
El ser humano está dispuesto a experimentar grandes sufrimientos en el presente
por un deleite futuro. Consciente o inconsciente, cada hecho, cada movimiento
que realiza, proviene de un cálculo frió de costo-beneficio.
“…cuando examinamos los actos de un individuo los encontramos
forzados. Los hace contra su voluntad, y no tiene ninguna libertad… se parece a
un guisado, cocinándose… no tiene ora opción, más que cocinarse. Porque la
Providencia ha enjaezado la vida con dos cadenas: el placer y el dolo.” -
Rabí Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), “La Libertad”
Cada uno de nosotros es parte de alguna sociedad que tiene sus
propias leyes, las cuales estamos obligados a cumplir. Estas leyes no sólo
determinan nuestro comportamiento, sino que moldean también nuestra actitud
hacia todos los campos de nuestra vida. Es más, el ser humano está sujeto a las
normas de etiqueta dictadas por la sociedad, por lo que tarde o temprano, éstas
se convierten en sus patrones de conducta.
Con el tiempo, el individuo empieza a entender que no es él quien
elige su manera de vida, los campos de interés, sus pasatiempos, la comida, la
moda de acuerdo a la que se viste y se comporta, y demás, sino que todo esto lo
escoge siguiendo la voluntad y el gusto de su ambiente.
¿DÓNDE, ENTONCES, EXISTE NUESTRA LIBERTAD?
Baal HaSulam (Rabí Yehuda Ashlag), explica en su articulo “La
Libertad”, que cada individuo está conformado por cuatro elementos que definen
su carácter, manera de pensar y acciones, en cada momento:
Materia prima – el “yacimiento”:
esto constituye la esencia interna del ser humano, aunque cambie su forma,
jamás cambia su esencia. Por ejemplo, si comparamos el ser humano con una
semilla de trigo: la semilla se descompone bajo la tierra, y su forma externa
desaparece totalmente. Al mismo tiempo, sin embargo, se forma de ella un nuevo
brote de trigo. Exactamente de la misma manera se descompone nuestro cuerpo,
pero nuestro “yacimiento” – nuestros genes y tendencias – se transfieren a
nuestros hijos.
Atributos invariables: las leyes de
desarrollo del yacimiento jamás cambian. Una semilla de trigo nunca producirá
otro tipo de cereal más que trigo. Estas leyes y los atributos derivados son
predeterminados por la Naturaleza. Cada semilla, cada animal y cualquier
persona, contienen dentro de sí mismos las leyes de desarrollo de su
propio yacimiento Este es el segundo elemento del que estamos
hechos, y no podemos influenciarlo.
“… me siento, me visto, hablo, como… no porque quiera sentarme,
vestirme, hablar o comer así, sino porque otros quieren que me sienta, vista,
habla y coma así; conforme a los deseos de la sociedad, no de mi propio
libre albedrío.”
“…incluso la determinación del tipo de placer o
beneficio, está completamente fuera de la propia voluntad o libre elección…
sigue el deseo de otros.”
Rabí Yehuda Ashlag, “La Libertad”
Cualidades cambiantes bajo la influencia del entorno: el tipo de semilla permanece, pero su forma externa cambia de
acuerdo a su ambiente, externo. Es decir, la calidad de la envoltura del
yacimiento cambia bajo la influencia de elementos externos y leyes definidas,
la influencia del entorno resulta en que elementos externos adicionales, como
el sol, el suelo, fertilizantes, humedad y lluvia, se incorporan al yacimiento,
y producen una nueva calidad del mismo. O sea, determinan, la cantidad y
calidad de cereales que crecerán del mismo brote de trigo.
Lo mismo ocurre con el ser humano: su medio ambiente puede ser sus
padres, educadores, amigos, colegas, libros que lee, los contenidos que absorbe
de los medios de comunicación, etc. El tercer elemento, entonces, son las leyes
según las cuales el entorno afecta al individuo y causa cambios en sus
atributos modificables.
Cambios que afectan el entorno externo: el ambiente que repercute en las semillas, también es
influenciado por elementos externos. En ciertos casos, éstos pueden variar
radicalmente y afectar el yacimiento de manera indirecta. Por ejemplo: puede
haber una sequia, o alternativamente, caer lluvias fuertes que destruyan todas
las semillas. Con respecto al ser humano, este cuarto elemento se refiere a
cambios en el entorno mismo, que afectan la manera en que éste influye sobre
los atributos cambiables del yacimiento.
LA ELECCIÓN DEL AMBIENTE CORRECTO
¿Dónde, entonces, existe nuestra libertad? O en otras palabras, de
todo lo mencionado, ¿qué exactamente es lo que podemos realmente afectar?
El código genético, o yacimiento, no lo podemos cambiar. Las leyes
de acuerdo a las cuales cambia nuestra esencia tampoco podemos modificarlas; de
la misma manera que no podemos influenciar la manera en que repercuten las
leyes del entorno sobre nosotros. Pero el entorno dentro del que existimos y
del cual dependemos totalmente, ¡podemos cambiar, en definitiva!
El ser humano puede optar por “implantarse” en un ambiente que
apoye su desarrollo espiritual, el cual se basa en tres elementos: otras
personas que busquen la espiritualidad, libros auténticos escritos por los
cabalistas, y un maestro que las guíe en su camino hacia el desarrollo
espiritual.
Por lo tanto, la elección del ambiente, según la Cabalá, es la
única que existe en nuestra vida.
(La Voz de la Cabalá)
(La Voz de la Cabalá)
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