¿Cuánto se ha escrito y hecho en
nombre del amor? Sin embargo, ¿quién de nosotros puede decir que realmente sabe
lo que es?
Todos queremos ser amados,
queridos, sentirnos seguros, tranquilos y pacíficos.
Si buscáramos recordar los
momentos más felices de nuestra vida, descubriríamos que fueron aquellos en los
que nos sentimos queridos. Todos queremos amar, entregar el corazón a nuestros
familiares; pero en realidad, no siempre sabemos cómo hacerlo.
La sabiduría de la Cabalá nos
explica cuál es la razón de esta necesidad tan profunda e interna de amar y
sentirnos amados, además de cómo conseguir el amor pleno y eterno.
El origen de todos nosotros
proviene de una sola alma creada por el Creador, llamada el alma de Adam HaRishón (El
Primer Hombre, en hebreo). Los cabalistas explican que la naturaleza del
Creador es el amor y otorgamiento absolutos, mientras que la del alma de Adam HaRishón es
el deseo de recibir placer y deleite. El Creador creó el alma por puro amor,
por lo tanto, el deseo interno imbuido en ésta es amar. Así, el placer más
grande que el alma es capaz de sentir es el placer del amor. Pero ¿cómo podría
ésta realizar este anhelo y lograr amar al Creador?
El Creador diseñó un “plan de
entrenamiento” especial para que el alma desarrolle el deseo de amar. Primero,
la dividió en múltiples partes llamadas almas individuales, y se ocultó de
ellas. Éstas recibieron un deseo egoísta -de recibir amor-, y luego fueron
vestidas en cuerpos de este mundo.
Los cabalistas explican que aunque
sea difícil sentirlo en nuestra vida cotidiana, ya que el Creador se oculta de
nosotros, Él nos ama inagotablemente. No obstante, los demás seres humanos no
están ocultos de nosotros, lo cual nos permite “practicar” con ellos el amor al
prójimo, para luego llegar al amor al Creador. Es decir, a través de nuestras
relaciones con los demás, aprenderemos a elevarnos por encima de nuestro deseo
innato de recibir amor egoístamente, y adquiriremos la naturaleza del Mismo Creador.
Cuando esto suceda, volveremos a
nuestro estado pleno: unidos en una sola alma, y habiendo alcanzado el placer
supremo que quiso impartirnos el Creador, el placer resultante del amor y el
otorgamiento. Entonces, Él volverá a revelarse entre nosotros, permitiéndonos
amarle recíprocamente, debido a la “práctica” del amor hacia los demás que
hayamos adquirido.
Nuestro plan de entrenamiento
diseñado por el Creador incluye varias etapas, en las cuales aprenderemos cómo
reconectarnos con el resto de los fragmentos del alma de Adam HaRishón.
Este proceso de evolución del deseo de amar se asemeja al del crecimiento de
una criatura recién nacida. Al principio, el individuo siente su propio deseo
únicamente, y se ve a sí mismo como el centro del universo. Necesita amor y
demanda atención, como un bebé. Al ir creciendo y desarrollándose el deseo de
amar, el individuo aprende que le conviene cooperar y crear lazos de amor con
su entorno, para ganar así lo que no puede conseguir por sus propios medios.
Mientras más crece el deseo del
hombre, más disfruta aprovecharse del prójimo. Piensa que sería más feliz si
dominara al resto de las personas y las usara para su propio bien. Pero al alcanzar
la última etapa de su desarrollo, descubre que lo que más le falta es la
capacidad de amar y otorgar ilimitadamente, como el Creador. Uno de los más
grandes placeres que conocemos es el de criar a nuestros hijos. Pese a toda
dificultad y sacrificio que esto implica, la mayoría en el mundo, desea tener
hijos y dedicarles todo su tiempo. El amor y la entrega a ellos proporciona el
más grande deleite.
Si amáramos a toda la humanidad
como a nuestros hijos, la vida sería mucho más simple. Sin embargo, nuestra
realidad actual es totalmente inversa. Entonces, ¿cómo podríamos desarrollar en
nuestro corazón un amor hacia los demás como si fuesen nuestros hijos? El que
realmente lo busca, sin desistir, descubre la sabiduría de la Cabalá, el método
que nos permite llegar al amor verdadero. En nuestra época, en la que la Cabalá
se revela entre las masas, todas las almas están recibiendo la oportunidad de
aprender cómo amar al prójimo. El que responde a este despertar interno en su
corazón, puede estudiarla y llegar a experimentar el amor.
A través de esta sabiduría ancestral, el hombre llega
a familiarizarse con los deseos de las demás almas y a amarlas incondicionalmente,
como el Creador ama el alma de Adam
HaRishón, de la que todos nosotros
somos parte. De este modo, junto al
resto de la humanidad, el hombre logra alcanzar la naturaleza del Creador y amar
como Él.
(La Voz de la Cabalá)
(La Voz de la Cabalá)
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