No hay nada en el
universo, además de dos fuerzas: el Creador y la creación. La
fuerza de otorgamiento es el Creador, mientras que
la fuerza de recepción es la creación. Estas dos fuerzas se combinan
en el interior de la creación para permitir que la creación alcance el grado
del Creador.
En otras palabras, la
creación tiene un deseo de llenarse a sí misma de manera egoísta y un
deseo altruista de otorgar. La única pregunta es: ¿Qué es lo primordial, el
deseo de otorgar para recibir el llenado para sí mismo, o el deseo de recibir
placer por el bien del otorgamiento? Todo depende de para qué usemos la
recepción o el otorgamiento.
Cuando una persona está
en el comienzo del camino de su corrección, no es capaz de oír hablar sobre
otra cosa que la forma de ganar algo para sí misma. Hasta que cruza
el Majsóm, hasta que se realiza una restricción (Tzimtzúm) en sus
deseos, lo ve todo sólo como una oportunidad para obtener beneficios para sí
mismo. Él simplemente no puede funcionar de otra manera.
Por lo tanto, todo su
avance se lleva a cabo por el principio de “otorgar por el bien de recibir”. Él
trabaja en el grupo, asiste a las lecciones, trabaja en la difusión,
y está seguro de que será capaz de recibir como recompensa todo el mundo. De
esta manera avanza una persona, y esto es llamado que utiliza la fuerza de la
“mujer” en él.
Gradualmente, si la
persona lleva a cabo el consejo del maestro, entonces los cambios internos
se llevarán a cabo dentro de él bajo la influencia de la Luz que
Reforma. Su progreso está acompañado de ascensos y descensos alternados,
estados de incertidumbre y confusión.
Así es como poco a poco
llega a comprender el valor del atributo de otorgamiento en y por sí mismo, en
vez de hacerlo para obtener beneficio de él. Sin embargo, por ahora esto sólo
ocurre de vez en cuando. La Luz Superior le trae la sensación de que
el otorgamiento por sí mismo es una gran cualidad.
Entonces empieza a
pensar menos en sí mismo al hacer todas sus acciones y le atribuye gran
importancia al grupo y al Creador. Él piensa más en el estado del mundo y
cambia de cuidarse a sí mismo a cuidar del bien común. Esto es llamado el
“hombre” en él, la fuerza de superación (en hebreo a un hombre, Guéver,
proviene de la palabra Hitgabrút, superar) que se eleva por encima de la
“mujer” en él.
De esta manera la
persona va gradualmente de Lo Lishmá (acciones para su propio
bien) a Lishmá (por el bien del otorgamiento). Esta revolución
sucede drástica y repentinamente, pero el camino a esto es muy lento y gradual.
Cuando la persona
reemplaza completamente la “mujer” en ella por un “hombre”, lo cual determina
ahora el camino de su desarrollo espiritual, el avance hacia el
otorgamiento por el bien de otorgar y luego la recepción por el bien de
otorgar, entonces, él ya está trabajando con la fuerza masculina.
Mientras tanto, la
“mujer” se encuentra dentro de él. Ella puede ser su ayudante o ayuda en su
contra. Todo depende de su estado. Entonces se produce en su interior la
combinación adecuada de las fuerzas masculina y femenina.
(De la lección diaria,
Escritos de Rabash, laitman.es)
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