El Creador trabaja solo con Su Luz. La Luz que
afecta los deseos (Kelim, vasijas) los cuales, dependiendo de su
condición, se sienten mejor o peor en relación con su equivalencia con la Luz. Esto es lo que
constituye la ley de equivalencia de forma.
Mientras más me nivelo con la Luz, mejor
me siento. Mientras menos similar soy a ella peor me siento hasta el
punto en que siento un golpe. Todos estos son efectos de la Luz Superior. Inclusive la oscuridad que
experimento es también la Luz trabajando en mí, y son solo mis cualidades
opuestas las que me lo revelan a Él como oscuridad. En lugar de la Luz (Or),
siento la oscuridad (Orta).
Sin embargo, el Creador no posee
oscuridad. Sencillamente, cuando Él agrega un poco de Luz, nosotros
inmediatamente nos sentimos mal. Esto es debido a que en esta Luz,
descubrimos un deseo mayor, y allí es cuando llega la oscuridad.
La Luz se erige contra el deseo.
En otras palabras, con la ayuda de la Luz, se despliegan en mí enormes deseos. En algún lugar a través de
ellos, en un lugar oculto para mí, yacen grandiosos placeres, y sin embargo,
sufro.
Puede también manifestarse en problemas
de salud, falta de sustento, mal humor, inquietud interior e incluso el deseo
de morir, pero todos esos son los efectos de la Luz. Si la Luz llena deseos
preparados (Kelim, vasijas), se experimentaría como placeres ya que ella
los llena. Si los Kelim no están preparados,
es un golpe.
(Reflexión diaria, De la lección diaria de
Cabalá, Baal HaSulam, Carta 52, 1928)
0 comentarios:
Publicar un comentario