Al
discutir problemas maritales con tu cónyuge, es importante hablar honestamente,
sin guardar ningún secreto o sufrir en silencio. Nosotros
no “cubrimos” nuestros oídos; al contrario, permanecemos abiertos al dialogo y
nos abrimos ante nuestra pareja.
Sin
embargo al mismo tiempo, no hacemos un listado de fallas ni deseamos recordar
lo malo. Está escrito con respecto a esas fallas: “El amor cubre todas las
transgresiones”. Sólo las traemos a colación durante una conversación donde
ambos hablan de sí mismos a su pareja. Como consecuencia, crece entre nosotros
una “pila de basura”, y entonces necesitamos elevarnos por encima de esta. Si
nos observáramos al estar en los lados opuestos de esta basura, sólo veríamos
basura, no a nuestra pareja ¿Entonces qué hacemos?
Nuestra
única oportunidad es elevarnos por encima de esta suciedad. Y al mismo tiempo,
no hacemos promesas de por vida. Más aun, sabemos por seguro que esta pila
crecerá la próxima vez que hablemos. Naturalmente, crece de un día a otro; así
es la vida. Y es por eso que necesitaremos esta evaluación crítica más de una
vez.
Y aun
así, una vez que pongamos todo sobre la mesa, nos movemos hacia un ejercicio
opuesto, elevándonos por encima de la “ropa sucia”. Yo quiero amar a mi pareja
de la manera en que se presenta por encima de esta pila, donde la veo con ojos
claros, libres de crítica. Hacer esto, es como si dejáramos la mesa donde toda
la basura está apilada. Ahora, veo a mi esposa de manera diferente, de la
manera en que la vi en el momento en que decidí atar mi destino con ella. Ahora
quiero detenerme en mi mejor momento cuando ella era mi absoluta
perfección, y este ejercicio nos ayuda a movernos hacia adelante.
Sin
embargo, no nos elevamos simplemente por encima de la suciedad. Mientras este enfoque
se hace más fuerte, nos decimos el uno al otro cuán perfecta es ella y cuán
perfecto soy. Nos damos complementos el uno al otro, hablamos entre nosotros de
las maravillosas cualidades de nuestra pareja, de las virtudes únicas de su
personalidad. Aquí podemos hablar de las cosas más sagradas, haciéndolas
parecer perfectas. Esto nos afectará a ambos para mejorar, y cambiará
absolutamente todo el espectro de nuestra relación, incluyendo nuestra relación
sexual.
Entonces,
sí trabajamos en el nivel de la psicología y el razonamiento; tenemos una
competencia de alabanzas, sin bromear, haciéndolo profundo y sincero. Alabamos
las cosas en el otro que queremos revelar que son opuestas a la crítica que
teníamos al principio. Esta ya no es una discusión de crítica, sino un análisis
positivo. Es de esta manera que nos volvemos más fuertes en nuestras buenas
intenciones en relación al otro.
Y
entonces comienza el próximo estado, que es el estado práctico. Las acciones
apoyan las intenciones y de alguna manera las hacen válidas. Es por esto que
nos movemos a la siguiente etapa de discusión: “¿Qué querrá mi esposa de mí y
qué querré yo de mi esposa?” Aquí, cada parte revela al otro sus aspiraciones:
comenzando con cosas básicas, esenciales, y terminando con cosas personales e
íntimas. Al mismo tiempo, tratamos de sentir los deseos de nuestra pareja, sus
deseos y expectativas.
Y
entonces llega el momento de actuar, y nos volvemos un todo. Y esto lleva al
próximo ejercicio del que hablaremos un poco más tarde el cual es desarrollar
el mismo tipo de actitud hacia todas las personas en el mundo…
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