El destino cambia mucho mientras avanzamos. A cada uno se le dan sus propias dificultades, pero ustedes
no deben envidiar a los demás. Existen esos problemas internos que no son
visibles desde el exterior y puede parecer que la persona tiene todo lo mejor,
que su vida es exitosa, y que nunca ha tenido problemas con el dinero. Sin
embargo, no conocemos los obstáculos internos o externos, invisibles al ojo
externo, que ella supera. A nadie se le hacen favores en esto.
Mientras más interna la corrección, más cualitativa
es, y, por lo tanto, es más poderosa en su fuerza, que la corrección mediante
problemas externos. Es similar a un trabajador que necesita laborar toda una
semana para ganar la misma cantidad que un especialista puede ganar por un día
o incluso una hora de trabajo. Esto depende de la raíz del alma.
Nosotros estamos involucrados en el trabajo más
importante. Es un trabajo indigno, sucio para corregir al mundo en su grado más
insignificante en el que está ahora, y este trabajo es el más especial y
honorable. Necesitamos sentir esto, entenderlo, y dar gracias.
Trabajamos en nuestra propia vasija y no le
estamos haciendo favores a nadie.
Todos los problemas que se nos revelan son los medios para corregir la unidad fragmentada. El Creador no necesita del trabajo de ustedes. Ustedes mismos lo necesitan primero. De otra manera, ¿en qué vasijas obtendrán la revelación?
Sin embargo, si la persona está estancada en la
ruptura y quiere percibir el mundo desde ahí, sin corregirse, entonces es como
un niño que no quiere crecer, sino que exige que se le dé a la edad de dos años
lo mismo que tienen los adultos. Esto significa que se ha demorado en su
desarrollo y no usa las oportunidades que obtiene.
(Reflexión diaria, Escritos de Baal HaSulam, kabbalah.info/es)
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