1. Hay una vela, que es la vasija en la cual es vertido el
aceite,
2. Hay aceite,
3. Hay una mecha.
Cuando se reúnan estas tres condiciones, es posible regocijarse
por la luz que producen.
Estas tres condiciones son necesarias para que la luz también
refleje nuestra estructura. Consistimos del deseo de disfrutar, que actúa de
manera egoísta. Sin embargo, cuando miramos el mundo,
vemos que está lleno de sufrimientos y problemas.
Nadie actúa con honestidad, todos se dañan unos a otros, y no
puedo entender por qué el Creador (si El aún existe) ha creado un mundo tan
malo. ¡Yo lo hubiera hecho mucho mejor si fuera Él! Miro todo a través de mi
mal, del deseo egoísta, y es por eso que veo mal
por todas partes.
Sin embargo, si comienzo a anular mi confusión al pensar que el
Creador es bueno y hace todo bien, mientras que me siento mal sólo porque soy
malo, entonces todos estos pensamientos y deseos chocan dentro de mí y se
contradicen entre sí. Esto es llamado la “mecha” (Ptila) porque
discierne dónde está el “desperdicio” (Psolet) de
mi deseo y lo que está mal en él.
El deseo es una vasija y hay una “mecha” dentro que es producida
por el deseo de sobreponerse. Estos discernimientos (Birurim)
darán elevación al combustible (Beirut), es decir, al aceite – la Luz de Jojma.
Estos tres componentes también están presentes en el alma
humana, la cual desea imaginarse a sí misma e iluminar como una vela. Ellos
también están presentes en la vela regular, que es un símbolo del alma.
La vasija o deseo fue egoísta por naturaleza, deseando “para su propio bien.”
Así es como nací. Con la ayuda del estudio de la Cábala en el grupo,
creo una “mecha” que puede iluminar, porque comienzo a luchar y a discernir
quién es el Creador y que soy yo. El “aceite” es el resultado, porque este
estado da elevación al “combustible”.
Yo sostengo una lucha: quiero alcanzar el otorgamiento, pero soy
incapaz de hacerlo. Yo me precipito hacia adelante, pero mi naturaleza me tira
hacia atrás. Faraón no
me deja salir de su poder. Sin embargo, así es como yo mismo discierno al
Creador, así como al tipo de sistema a través del cual puedo conectarme con Él.
Y después de sobreponerse a esto, una persona merece la Luz del
Creador que ilumina su alma, llamada la Luz de Januka. Esta es la revelación de la
Providencia Superior, llevando bondad a las criaturas.
(De la parte 4
de la lección diaria de Cabalá – Escritos de Rabash, laitman.es)
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