El Zohar,
Capítulo Vaietze (Y Iaacov salió), punto 59) “Y he aquí que el
Creador estaba de pié sobre él”. Aquí, en la escalera, Jacob vio la conexión de
la fe, la Nukva, atando todas las Sefirot como
una. “De pié sobre él”, es tal como está escrito, “Una columna de sal”, un
montículo, ya que todos los grados son como uno en la misma escalera, la Nukva, conectando
a todos en un nudo debido a que la escalera se ubicaba entre los dos lados.
Está
escrito, “Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Itzjak (Isaac)”.
Estos son los dos lados, el izquierdo y el derecho, Abraham es el derecho e
Isaac es el izquierdo.
Maljut es una imagen, una pintura del Creador.
Nos encontramos dentro de Maljut. En realidad somos Maljut y
sentimos todo dentro de nosotros como una imagen de este mundo. De hecho,
siempre sentimos al Creador y nada más que a Él. El problema es que lo sentimos
conforme a nuestras propiedades y en el nivel de nuestra semejanza con Él.
Las sensaciones siempre
provienen de la Luz, pero el deseo (la vasija de su
percepción) se siente a sí misma como un determinado objeto, dependiendo de su
semejanza u oposición a la Luz. Es por esta razón que las Sefirot Superiores
constituyen propiedades que están presentes en Maljut e
incluyen la actitud del Creador hacia los intentos de Maljut por convertirse en
semejante a ellas. Se llaman Sefirot porque iluminan dentro de
Maljut, que las enciende debido a su deseo corregido de recibir placer con el
fin de otorgar. Por eso es luminiscente.
La Luz Superior en sí misma no
ilumina; está oculta. Sólo en la medida que el inferior avanza e intenta
transformarse en semejante al Superior, se encienden las propiedades del
inferior que en este momento se llaman Sefirot.
Todo lo que sentimos comienza
y termina dentro de Maljut. Cualquier cosa que podamos imaginar que
pudo haber existido antes de Maljut es una ilusión de nuestra
percepción. De igual manera, visualizamos una determinada realidad que nos
rodea, pero de hecho no hay nada en absoluto; todo se halla dentro de nosotros.
Sencillamente dividimos toda la realidad en “yo” y “lo que está fuera de mí”.
Lo mismo ocurre en la espiritualidad:
dividimos toda la realidad en un alma, que hasta el momento no tiene ninguna
sensación de sí misma, y algo que se encuentra fuera de ella. Pero cuando
nuestra corrección esté completa, todo se unirá y no habrá diferencia entre
“exterior” e “interior”; todo se fusiona en un solo punto.
A medida que una persona
avanza, empieza a ver que a pesar de que toda la imagen que lo rodea se
ensancha, es más intensa y más complicada, al mismo tiempo, se concentra y se
organiza en diez Sefirot. Esto nos permite llegar a la conclusión
que todo depende de nuestra percepción, es decir, de nuestra semejanza con la
Luz.
(Extraído de la primera parte
de la lección diaria de Cabalá, El Zohar, laitman.es)
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