Sólo
el 10% de la humanidad es altruista por naturaleza. El resto es egoísta.
Sobre la doctrina social de Baal ha Sulam.
"¿Buscas
el motivo de la maldad? Este está solo en ti".
- Jean Jacques Rousseau
- Jean Jacques Rousseau
Entre
los maravillosos artículos que aparecen en el libro “La última generación”, se
han publicado por primera vez unos manuscritos únicos de Baal ha Sulam
(Rabí Yehudá Ashlag, compositor de la interpretación “Escalera” del libro del
Zohar) que revelan sus avanzadas enseñanzas sociales, anticipando su tiempo. 50
años después de su muerte, es escalofriante ver en qué medida, este
deslumbrante cabalista, fue tan exacto en sus diagnósticos, y cómo las
recomendaciones que destinó a la humanidad se convierten hoy en la orden del
día. Este artículo se basa en ideas tomadas de estas escrituras.
El
mundo sólo puede existir si el hombre cambia su actitud hacia él, de
recibimiento para sí mismo a otorgamiento. Nuestro egoísmo es la única fuerza
destructiva en el mundo. Todas las fuerzas en el mundo, excepto el ego de los
seres humanos, están en equilibrio entre sí. Se activan y coexisten bajo una
sola ley de la naturaleza y se encuentran en los niveles de la existencia
material – inanimado, vegetativo y animal - en perfecta armonía.
Antes
se creía que tal armonía no existía y resueltamente, destruimos partes de la
naturaleza que nos parecían "dañinas". La amarga experiencia que
resulto de nuestra intervención en la perfección de la naturaleza, nos enseña
que en ella, todos los factores están relacionados entre sí y todos aspiran a
un estado dehomeostasis - el equilibrio en todos los niveles y la cooperación
entre los niveles materiales.
El
proceso de homeostasis es el equilibrio interno y externo de todo objeto vivo.
Cada objeto tiene el derecho a existir, solamente si compara sus parámetros
internos con los externos. Cuando se viola esa semejanza se destruye el
equilibrio. Cuando el objeto cruza las fronteras de la comparación, lleva al
organismo al exterminio. La capacidad para recuperar la homeostasis
(equilibrio) en todos los niveles de la naturaleza, es lo que asegura la
continuación de la vida.
Pero
al mismo tiempo que las fuerzas de la naturaleza están opuestas unas a otras,
positivas y negativas, también están en equilibrio completo y salen de él sólo
en caso necesario, como parte del desarrollo. El único ente desarrollado
en la naturaleza, que viola este equilibrio, causándole daño a la naturaleza y
a sí mismo, es el ser humano.
El
factor perjudicial en nosotros es nuestro egoísmo. Ninguna otra criatura en la
naturaleza es egoísta. Un animal que come a otro lo hace en conformidad con la
ley de la naturaleza que actúa en el. Él come al otro por el deseo natural, instintivo,
y no cometiendo un daño intencional. Excepto el hombre, no hay otra
criatura en la naturaleza que tenga esa actitud de cometer daño, abusar o
explotar a los que la rodean.
El
hombre es el único en sentir placer al disfrutar más que los que lo rodean. Más
aún, sólo él puede disfrutar del dolor del otro. Ninguna otra criatura en la
naturaleza tiene esa actitud hacia los demás. Si la persona no violara el
perpetuo equilibrio de la naturaleza, todas las partes en ella existirían en
armonía. Aunque pareciera que un animal salvaje devora a otro por completo, en
realidad, ningún animal salvaje come más de lo necesario para sobrevivir. Todos
los objetos de la naturaleza actúan según las reglas naturales.
El
consumo humano excesivo, mucho más allá de lo necesario para su existencia, se
llama egoísmo. El egoísmo es la fuerza del deseo que tiene el ser humano, por
encima de los deseos físicos, por encima de lo que necesita físicamente.
Debemos reconocer que esta es la única fuerza perjudicial en el mundo. Todos
nuestros sufrimientos se deben al uso inapropiado de este deseo, porque
es usado en forma egoísta. Este exceso de nuestro deseo, más allá de lo que es
necesario para nuestra existencia natural, debe convertirse en otorgamiento.
Sólo así lograremos un equilibrio con la naturaleza.
Esta
maravillosa posibilidad de poseer un comportamiento independiente de este tipo
no existe en ninguna otra entidad en la naturaleza. El ser humano es el único a
quien le está permitido elegir la intención de sus acciones. Por medio del uso
correcto de este deseo excesivo, una persona puede elevarse al nivel del
Creador, y convertirse en una parte independiente de la naturaleza. Sin
embargo, hasta nuestros días, el ser humano se auto-destruye, se va acercando a
su auto-extinción.
Altruismo
a nivel celular
Un
objeto es definido como vivo cuando da y recibe del entorno. La ley de
existencia de cada objeto vivo es el altruismo. Todo organismo vivo debe
sustentar cada célula y cada órgano, que existe por sí mismo o en común, combinando
células y órganos que funcionan en conjunto y en complementación mutua. En este
proceso ellos deben "ceder", y "ayudarse" el uno al otro.
Podemos ver, que la conexión entre las células, por el principio de "uno
para todos" o "altruismo", funciona dentro del cuerpo de cada
ser vivo.
Sin
la existencia de este principio, el cuerpo vivo no puede subsistir, se
convierte en una célula de "cáncer" y finalmente se auto-destruye.
Esta ley funciona en toda la naturaleza según el "programa escrito por
anticipación" implantado en cada criatura, sin libre albedrio, excepto el
humano. El hombre, al fin de su desarrollo, debe alcanzar un estado de
desesperación y anhelar que esa ley se ejecute y lo controle. Por lo tanto,
sólo el ser humano, a diferencia de los otros entes en la naturaleza – inánime,
vegetativo y animal - es el elemento desarrollado de la naturaleza.
Las
células pueden sobrevivir, existir, crecer, reproducirse y aplicar el programa
interno en forma mutua, en esfuerzo conjunto en un solo cuerpo. Ellas subsistirán
sólo si "ceden" una a la otra y reconocen las necesidades de la
otra. Esto sucede en todo organismo vivo. Los biólogos escriben sobre
esto en forma sorprendente. Lo llaman: "sabiduría de la naturaleza."
Los
investigadores descubren tal comportamiento "altruista" en cada
pequeña partícula de material. Ellos distinguen señales de anulación propia,
comprensión mutua, y acercamiento entre las células, donde cada parte podría
"destruirse" a sí misma por el bien del plan general. Ellos
encuentran este tipo de acciones en cada parte de la naturaleza.
La
fuerza de rescate de la humanidad
El
mundo no sintió la fuerza de su egoísmo hasta que no llegó a su máximo
desarrollo. El descubrimiento del egoísmo "en toda su magnitud", es
decir, en oposición total con la ley general de la naturaleza, ocasiona al ser
humano sufrimientos, enfermedades, desastres naturales y casos lamentables.
Debido a que toda la naturaleza es un solo organismo, la corrupción se revela
en todos los niveles de la naturaleza – inánime, vegetativo y animal.
El
desafío de la humanidad contra la naturaleza condujo a una crisis general de la
cual somos testigos hoy en día. Esta crisis no es "un castigo del cielo
", sino un resultado directo de nuestra cruel intervención en los sistemas
ecológicos, de nuestra negligencia de las leyes de la naturaleza y del
consumición excesiva de cada uno de nosotros. Si cada uno de los órganos del
cuerpo general de la humanidad corrigiera sus intenciones y actuara por el bien
de la humanidad - podríamos mantener el equilibrio con la naturaleza, y como
resultado conseguiríamos solo bienestar y abundancia.
Pero,
por desgracia, parece que la humanidad llegará a este entendimiento sólo por el
"reconocimiento del mal". Este proceso puede ser el resultado de un
camino largo y lleno de sufrimiento, o también el resultado de una manera corta
de corrección.
Los
estudios científicos demuestran que el diez por ciento de la humanidad es
altruista por naturaleza, el resto son egoístas. Por lo tanto, según lo indicado
por Baal haSulám en su artículo - "La última generación", deben
corregirse, en primer lugar, ese diez por ciento de la población altruista del
mundo. Ellos están comprometidos a aportar al resto de la humanidad el
conocimiento sobre la causa de la crisis y sobre la posibilidad de liberación.
Debido
a que la sociedad es la que determina los valores propios de la persona,
debemos cambiar los valores existentes en la sociedad humana. Sólo la sociedad
misma puede influenciar a cada uno de nosotros, para cambiar nuestro
comportamiento de recibimiento a otorgamiento.
Como
el hombre es absolutamente dependiente de la sociedad, y dado que todas sus
acciones son para ganar el respeto a su personalidad en la sociedad (ya sea la
familia, los hijos u otras personas), entonces si todos los que lo rodean
alabaran sus acciones altruistas y deshonraran sus acciones egoístas, la
persona no podría continuar en su comportamiento egoísta. Este proceso
obligaría a la persona a trabajar por el bien público para ganar los elogios de
quienes le rodean.
Poco
a poco, debemos crear en la sociedad, una nueva agenda, que elogie de cualquier
manera posible la dignidad y la importancia de las acciones altruistas. El
cambio en la opinión pública debe definir como meta el implante del valor
absoluto del otorgamiento a la sociedad, en toda la humanidad y en cada
individuo en especial. El individuo será evaluado por medio de sus acciones de
otorgamiento – de esta manera él será importante, respetado y famoso en el
mundo. Gradualmente, la persona cederá a la influencia de la opinión pública, y
sin otra alternativa, aceptará al altruismo como el valor más supremo.
(La
Voz de la Cabalá)
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