Todos
queremos disfrutar, recibir gratificaciones. Unos encuentran la cima del placer
en un jugoso churrasco de 350 gramos, y otros no descansarán hasta triunfar en
un partido de ajedrez o
hasta que su equipo favorito de fútbol gane la copa. Tú quieres ganar la lotería
y tu novia será feliz sólo cuando pueda desprenderse de esos cinco kilos demás…
Aunque
somos distintos en la elección del placer, el común denominador es la necesidad
de llenar lo que sentimos que nos falta.
EL
PLACER SE DESVANECE
Hay sólo
un pequeño problema con “este asunto” del placer. Si analizamos nuestra vida,
descubriremos que de todo lo que hicimos hasta hoy, nos queda sólo un recuerdo.
Perseguimos
placeres momentáneos, que al alcanzarlos, desparecen como si se nos escaparan
de las manos.
Cuando
estabas en el jardín de infantes querías estar en la escuela; te la imaginabas
como un lugar divertido, donde chicos grandes “la pasan bien” y aprenden cosas fascinantes.
Cuando finalmente llegaste a la escuela pusiste tu mirada en el colegio
secundario, y luego el anhelo de conocer el mundo o de tener un título
universitario era la cúspide de tus aspiraciones. Más tarde, se despertó la
necesidad de formar una familia…
Siempre
nos parece que en la próxima etapa todo será mucho mejor. Pero, ¿es realmente
así? Hoy día, ¿nos sentimos realmente mejor que ayer?
Fuera de
esto, cuando ya obtenemos lo deseado, lo disfrutamos, y luego el placer
desaparece. Si estás sediento, sueñas con un vaso de agua, lo recibes, y disfrutas
del primer sorbo. ¿Y qué pasa a continuación? El próximo sorbo te deleita menos
y el siguiente aún menos y al final, te olvidas que estabas sediento.
En
conclusión, toda la vida vamos tras algún “fantasma” que se esfuma al
atraparlo.
LOS
CINCO GRADOS DEL DESEO
Los
sabios de la Cabalá descubrieron que los deseos
del ser humano se dividen en cinco grados, en escala
ascendente según
nuestro nivel de desarrollo:
El primero,
el básico, es para el alimento, la salud, el sexo y la familia.
El segundo,
es el anhelo por el dinero, el cual creemos nos asegura
la supervivencia y un buen nivel de vida.
En el tercero,
queremos honor y control, sobre nosotros mismos y los demás.
En el cuarto,
nos parece que alcanzar conocimientos nos hará felices.
Tan sólo
en el quinto grado de desarrollo
del deseo entendemos que hay algo que sobrepasa lo que captamos, algo que
dirige nuestras vidas, y a eso nos queremos vincular.
La
necesidad de alimento y sexo se define como deseos corporales,
y son necesarios también para los animales.
Incluso una persona que se encuentra totalmente
aislada, siente hambre y desea
disfrutar de buena salud y sexo.
En
cambio, los deseos de riqueza, poder y conocimiento, son considerados deseos
humanos. Éstos se desarrollan como parte de nuestra vida en
sociedad, satisfaciéndolos con la ayuda de otras personas, únicamente.
Pero
cuando se despierta en nosotros el quinto deseo, no sabemos cómo satisfacerlo.
A éste los cabalistas lo llaman el Punto en el
corazón.
EL
PUNTO EN EL CORAZÓN
Los
cabalistas denominan a la totalidad de nuestros deseos como el corazón humano,
y al deseo más elevado –el anhelo por el mundo espiritual– lo llaman el Punto
en el corazón, que produce
en nosotros una sensación de falta de sentido, despertándonos la necesidad de
buscar algún objetivo en nuestra vida y una razón para vivir. La persona en la
que ha despertado el Punto en el corazón,
se pregunta de pronto, ¿qué sentido tiene mi vida?, y no encuentra respuesta
alguna en el mundo físico para saciarse.
Se le
podría ofrecer dinero en abundancia, honor, control o conocimientos, pero
seguiría frustrada. Eso se debe a que este último deseo llega desde un plano
más alto que este mundo, y su llenado, por lo tanto, debe provenir del mismo nivel.
La sabiduría de la Cabalá nos enseña cómo satisfacerlo y efectivamente, en los últimos
años hemos sido testigos del creciente despertar del deseo hacia la espiritualidad,
por el que muchos se dirigen a la Cabalá.
LLENAR
EL VACÍO
La
persona en la que despierta el Punto en el
corazón, va en busca del anhelado placer espiritual, el llenado
completo y eterno,
según los cabalistas. Cumplir los deseos corporales y humanos calma al ser
humano. Pero cuando se despierta el deseo por la espiritualidad, uno no sabe cómo
satisfacerlo. Aún más, desconoce lo que ha despertado en él repentinamente.
Y por lo
tanto, permanece insatisfecho, llevándolo a sentir impotencia, desesperación,
frustración e incluso falta de sentido en la vida.
Esta
sensación es la razón principal del continuo aumento en el uso de drogas,
alcohol y de otros escapes.
Muchos
nos hemos preguntado desde niños: ¿para qué vivimos?, pero con el pasar de los
años, la influencia de los deseos y tentaciones que hacen distraer nuestros
pensamientos, se va extinguiendo la pregunta y desaparece la necesidad de
encontrar la verdadera solución. En cierto momento, con el despertar del Punto
del corazón, surge nuevamente esta interrogante,
incitando nuestros sentidos.
Quien se
encuentra firme ante la exigencia de encontrar la respuesta, llega a la
sabiduría de la Cabalá y por su intermedio consigue el llenado espiritual,
satisfaciendo así la necesidad del Punto en el
corazón.
La
saciedad del deseo por la espiritualidad le brinda al ser humano la sensación
de una vida eterna y completa, una existencia por encima de su vida corporal.
Esta percepción es fuerte, al punto que, en el momento de separarse de su
cuerpo físico, no siente que ya no está con vida, porque se “identifica” con el
llenado más elevado que existe en el Punto en el
corazón, su nueva vasija de percepción.
(La Voz dela Cabalá)
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