“He visto
un mundo invertido”
Talmud
Babilónico - Tratado Pesajim
¿Qué es la
realidad? ¿Existe algo externo? ¿O es una imagen creada dentro de nosotros
dependiendo de nuestros atributos internos?
Parecería
obvio que la realidad es todo aquello que vemos a nuestro alrededor: casas,
personas, el universo entero… Lo que podemos ver, tocar, oír, degustar y oler.
Pero ¿Es
realmente esto?
Es de
mañana. Abres los ojos y te estiras. Es un nuevo día, el sol brilla y los
pájaros cantan. Pero dentro de ti, sientes que algo no está bien. Despertaste
del lado equivocado de la cama y lo menos que quieres hacer es levantarte. No
obstante, recuerdas que ayer fue un día perfecto; sabías que sería formidable
desde el momento mismo que despertaste, y te fue de maravilla el día
entero. Y hoy, ni siquiera deseas salir de la cama.
¿Qué fue
lo que cambió? ¿Cambió la realidad? ¿O, cambiaste tú?
Según la
Cabalá, la imagen del mundo que conocemos es, de hecho, inexistente. Es decir,
el mundo es un “fenómeno” que percibimos los seres humanos. Es la reflexión de
los grados de equivalencia entre los atributos del individuo y los de la fuerza
que se encuentra fuera de él, la fuerza de la Naturaleza, el atributo de amor y
otorgamiento absolutos. En otras palabras, los grados de equivalencia entre los
atributos del ser humano y los de la Naturaleza es lo que el hombre percibe
como “el mundo”.
¿Qué nos quieren
decir con esto? Echemos mano de un radiorreceptor para hacer una demostración.
Las radiodifusoras constantemente están transmitiendo, pero sólo las escuchamos
cuando nos sintonizamos con la estación en una cierta frecuencia. ¿Cómo capta
el receptor la señal? Genera una frecuencia interna idéntica a las ondas
sonoras en el aire. Así pues, el radiorreceptor capta la transmisión sólo
después de haber cambiado la frecuencia en su interior, a pesar de que las
ondas sonoras siempre estaban allí.
Los cabalistas
dicen que percibimos la realidad de nuestro entorno exactamente de la misma
forma, conforme a la “frecuencia” que generamos en nuestro interior. En
otras palabras, la realidad que nos rodea depende totalmente de nuestras
condiciones internas. Por consiguiente, únicamente nosotros podemos cambiarla.
¿Desconcertados?
NUESTRA
VIDA ESTÁ DENTRO DE NOSOTROS
Con el fin
de comprender la manera en que percibimos la realidad, imaginemos al ser humano
como una caja cerrada con cinco “aperturas”. Los ojos, las orejas, nariz, boca
y manos. Estos órganos representan nuestros cinco sentidos: la vista, el oído,
el olfato, el gusto y el tacto. Percibimos la realidad a través de ellos. El
rango de tonos que podemos oír, lo que podemos ver y demás, dependen de la
percepción de nuestros sentidos.
Para
ejemplificar lo anterior, demos un vistazo al funcionamiento de nuestro sistema
auditivo. Primero, las ondas de sonido llegan hasta el tímpano y lo hacen
vibrar. Las vibraciones mueven los huesos del oído medio que envían la señal al
cerebro, y ahí la información recién llegada se compara con la que ya existe en
nuestra memoria. Basándose en esta comparación, el cerebro forma una imagen del
mundo que parece existir “frente” a nosotros. Este proceso crea el sentimiento
que vivimos en un “lugar” específico, pero este sitio se encuentra realmente
dentro de nosotros. En otras palabras, todo el proceso se desarrolla
internamente. Y los demás sentidos funcionan igual.
¿Entonces,
qué es lo que verdaderamente percibimos? Sólo nuestra reacción interna a
un estímulo externo, y no lo que realmente se encuentra afuera. Estamos
“encerrados dentro de nuestra caja” por lo que no podemos decir con certeza lo
que hay en el exterior. Nuestras imágenes de la realidad son las que han
estructurado nuestros sentidos junto con la información acumulada en el
cerebro. Hace algunos años, la ciencia descubrió que el estimular
eléctricamente al cerebro nos podía hacer sentir como si estuviéramos en cierto
lugar y situación. De hecho, los científicos que estudian la naturaleza saben
que cada una de las criaturas percibe el mundo de una manera diferente. En
relación al ser humano, el gato puede ver en la oscuridad seis veces más; el
sentido del oído del perro es mucho más agudo y sensible por lo que puede
escuchar los sonidos antes que nosotros. El ojo del hombre está adaptado a una
longitud de onda que va desde el púrpura hasta el rojo. Es por eso que no vemos
el violeta que tiene una longitud de onda menor al púrpura. Sin embargo, las
abejas pueden percibir la radiación ultravioleta y localizar diversos tipos de
flores.
Estos
ejemplos nos muestran que si los humanos tuviéramos otros sentidos, su
percepción de la realidad sería totalmente diferente. Todo depende
exclusivamente del cambio de nuestras cualidades internas. Por esta razón, el
propósito de la ciencia de la Cabalá es mostrarnos que al transformarnos (y
hacerlo rápidamente en el transcurso de una vida) empezamos a trascender
nuestra existencia terrenal. El cuerpo permanece aquí y seguimos viviendo
nuestra vida usual con nuestra familia, hijos, el mundo y la sociedad; pero
además de todo esto, percibimos la Realidad Superior.
LA VIDA ES
UN SUEÑO
Nuestro
mundo existe dentro de nosotros. Nuestros cinco sentidos reciben estímulos
externos y los transmiten al cerebro, donde se procesan, formando una imagen
del mundo, pero no percibimos nada fuera de eso.
El
universo en sí nos es desconocido. Por ejemplo, si el tímpano en mi oído está
dañado, no oigo nada y el sonido no existe para mí. Percibo sólo lo que se
encuentra dentro del rango en el que estoy sintonizado.
“¿Qué es
la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y
el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños
son.” - Pedro Calderón de la Barca, “La vida es sueño”
Nuestra
percepción del entorno es completamente subjetiva. Captamos nuestras propias
reacciones a algo que supuestamente está ocurriendo fuera de nosotros, pero ¿en
realidad está sucediendo algo afuera?
Muchas
teorías discuten el tema. La teoría de Newton establece que existe una realidad
objetiva, que el mundo es como lo vemos y que existe a pesar de nuestra propia
existencia. Más tarde, Einstein dijo que la percepción de la realidad depende
de la relación entre la velocidad del observador y lo observado. Que al cambiar
nuestra velocidad relativa a la de un objeto, lo observamos de una manera
totalmente diferente: el espacio se deforma, se comprime o se expande, y el
tiempo cambia.
Otras
teorías, como el principio de incertidumbre de Heisenberg, proponen
reciprocidad entre el individuo y el mundo. En pocas palabras, la percepción de
la realidad es el resultado de mi influencia en el mundo y la influencia de
éste en mí.
TODO FUE
UN SUEÑO
Los
cabalistas explican que el hombre puede percibir la realidad en dos niveles que
están bajo la influencia de sus atributos internos.
En el primer
nivel, el atributo propio del ser humano es “el egoísmo”. Éste nos da la
sensación de estar separados de los demás y hasta nos alienta a tomar ventaja
de ellos. El egoísmo es también la razón por la cual nuestra imagen de la
realidad es un mundo de guerra, peleas, pobreza y corrupción.
Sin
embargo, gradualmente las experiencias que tenemos en la vida, nos hacen tomar
consciencia que nuestra percepción egoísta no nos da una satisfacción
verdadera, pues el placer siempre es pasajero.
En el segundo
nivel, el más elevado, nuestro atributo interno es el amor absoluto y
otorgamiento, igual que el de la fuerza de la Naturaleza. Quienes perciben el
mundo de esta manera observan que los seres humanos funcionamos como piezas de
un sistema único, trabajando en correspondencia mutua, creando un círculo de
placer infinito.
Según la
Cabalá, el primer nivel es tan sólo una etapa que tenemos que atravesar, y su
única finalidad es permitirnos cambiar, de manera independiente, nuestra
percepción de la realidad. Los cabalistas que aprendieron a transformar su
percepción, definen nuestra existencia actual como “la vida imaginaria” o “la
realidad imaginaria”.
En
contraste, a la existencia corregida, plena y perfecta, le llaman “la vida
real” o “la verdadera realidad”.
Cuando
reflexionaban sobre sus percepciones egoístas pasadas, decían, “éramos como
aquellos que sueñan” (Salmos 126:1). Es decir, la verdadera
realidad está oculta a nosotros, por ahora. No nos percatamos de ello porque
percibimos al mundo y a nosotros mismos conforme a nuestros atributos internos
que son todavía egoístas. No advertimos que todas las personas están enlazadas
entre sí como una sola porque rechazamos tal relación.
Si
reemplazamos nuestro egoísmo por los atributos de amor y otorgamiento de la
Naturaleza, vamos a percibir y experimentar cosas completamente diferentes a
nuestro alrededor, que nunca habíamos notado. Es más, todo lo que veíamos antes
estará ahora lleno de plenitud, eternidad y tendrá un propósito determinado.
Esto es a lo que los cabalistas se referían en el versículo: “He visto un mundo
invertido” (Talmud Babilónico, Tratado Pesajim).
PRUEBA
PARA QUE VEAS…
La
sabiduría de la Cabalá enseña que el propósito de nuestra vida es, de manera
independiente, elevarnos de esta existencia limitada a la verdadera y eterna.
Para
conseguirlo, necesitamos los auténticos libros cabalísticos, ya que fueron
escritos por quienes descubrieron la imagen verdadera de la realidad. En ellos,
los cabalistas nos hablan de la realidad perfecta que se encuentra de hecho a
nuestro alrededor. Sólo necesitamos cambiar nuestra frecuencia interna para
sintonizarnos a la emisión.
Al ir
leyendo sobre la verdadera realidad, la neblina gradualmente se va disipando de
nuestros sentidos y se empieza a percibirla. De hecho, los cabalistas explican
que no es la comprensión de los textos que cambia nuestros atributos. Aunque no
se entienda, el deseo de asimilarlo armoniza nuestra percepción.
Así lo
expresa Baal HaSulam en su libro Introducción al Estudio de las Diez
Sefirot: “Aún cuado no comprendan la lectura, el anhelo y
gran deseo de entender la enseñanza despiertan en ellos las luces
que rodean sus almas… Por tanto, aún cuando no tengan las vasijas, al
iniciarse en esta sabiduría, mencionando los nombres de las luces y
vasijas relacionadas con su alma, empiezan a iluminarles en cierta
medida…”
La
diferencia entre nuestra percepción actual de la vida y la que podríamos
alcanzar es enorme. Para describirla de alguna manera, El Libro del
Zohar la compara con la diferencia entre una delgada vela de luz y una
luz infinita, o con un grano de arena comparado con todo el planeta. Sin
embargo, a quien realmente desea conocer lo que significa, los cabalistas le
sugieren que lo vea por sí mismo: “Prueba para que veas que el Señor es bueno”
(Salmos, 34:8).
(La Voz de
la Cabalá)
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