Realmente no es fácil llegar a la sensación de necesidad de amor
verdadero. En nuestro mundo, el único amor que existe es el
amor por uno mismo. Cuando yo amo algo, quiero acercarme a eso, traerlo cerca
de mí, y llenarme con algo. En otras palabras, quiero “apoderarme de esto”.
Para nosotros el “amor” es la adquisición. “Lo amo” quiere decir que me gusta
el hecho de que es mío, esto es lo que dice el deseo de recibir placer.
Por supuesto, trae una buena sensación. Sin embargo, valoramos
esta cualidad en el hombre como si fueran buenas cualidades, se debe a que todo
nuestro mundo está hecho de “consumidores”. Nosotros no amamos nada de ninguna
otra manera, sino en nuestros deseos egoístas.
El amor acerca del cual nos habla la Cabalá es completamente
diferente, tanto que no somos capaces de entenderlo. Existe la fuerza superior
que no depende de nosotros y que existe desde antes que fuéramos creados, sin
nosotros, esto es, antes de que el Creador tuviera el deseo de crear a la
criatura. La criatura es algo que existe por fuera de esta fuerza superior, del
Creador, y lo percibe a Él.
Percibirlo significa comprenderlo, sentirlo y alcanzar Sus
cualidades. Para llevar a la criatura hasta el punto de percibir al Creador,
fue necesario crear a la criatura con cualidades opuestas a las del Creador: en
amor egoísta. Y el desarrollo debe llevar a la criatura al amor del Creador, al
cual nos referimos como “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Después de todo, no
existe nadie aparte del Creador y de la criatura.
Es necesario pasar por este proceso por nosotros mismos, es
decir, nosotros debemos sentir, entender, analizar y evaluar todos los detalles
de la percepción al Creador. Y al final, tenemos que cambiar nuestro amor
egoísta, el deseo de disfrutar que sólo nos permite percibirnos a nosotros
mismos y permanecer encerrados en nosotros, al desarrollo de la percepción de
lo que existe por fuera de nosotros. Esta es la razón por la que alguien que
está por fuera de nosotros es llamado “prójimo”. Y ya que esta percepción se
nos da por medio de los grados del Creador, desde Su posición, esto se conoce
como la inclinación al bien.
No hay nada más que estos dos estados: yo me percibo a mi mismo
o percibo al Creador. Sin embargo, esta transición no es en absoluto clara para
nosotros ya que estoy absolutamente separado del segundo estado y no soy capaz
de sentirlo. Para ayudarme a que salga de mí mismo y pueda percibir al Creador,
Él prepara una cierta ilusión dentro de mi deseo egoísta, la percepción de mí
mismo, que me da la sensación de que no estoy solo.
Esta es la razón por la que me siento como si estuviera en un
entorno que se conoce como mi “prójimo” e incluye al inanimado, vegetativo, y
el mundo animado, y a la gente, es decir, criaturas diferentes, diferentes
partes de la creación. Y yo, una persona común, siento cómo puedo usar este
medio, ya sea para mis propios intereses, o como un ejercicio para tratar de
hacerlo por el bien del entorno.
Mi necesidad de actuar por el bien del entorno surge cuando mi
deseo por el Creador se despierta. Aun no entiendo este deseo, no conozco al
Creador, y por eso se me da este ejercicio: Intenta tratar a tu prójimo, a
aquellos que están fuera de ti de manera altruista. Este es el lugar donde
serás capaz de construir tu amor por el prójimo.
Cuando a través de estos ejercicios vayas
adquiriendo nuevas cualidades y comprensión y realices múltiples aclaraciones,
entonces serás capaz de llegar más cerca de tener una conexión con el Creador.
(laitman.es)
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