Existe una fábula muy conocida que describe la relación entre una persona y el Creador. Es la fábula acerca del invitado y el anfitrión. Luego que el anfitrión ha dispuesto la mesa y todos los refrigerios para el invitado, el invitado siente una gran vergüenza que simplemente lo quema. Él está dispuesto a hacer cualquier cosa para no sentir esa vergüenza. Entonces el anfitrión, sintiendo compasión por el invitado, crea un ocultamiento.
¿Pero qué oculta? Si el anfitrión se oculta a sí mismo, el invitado comerá cómodamente todos los refrigerios en la mesa y ese será el final. El invitado permanecerá como un egoísta sin sensación, que sólo sabe cómo recibir y continuará existiendo sólo en la forma corporal, totalmente separado del anfitrión.
Entonces resulta que el ocultamiento por sí solo del anfitrión no es suficiente. Los placeres también deben ser ocultados y después jugar con ellos al revelarlos según el grado en el que el invitado pueda pagarle al anfitrión con la misma actitud que el anfitrión revela al invitado en pequeñas porciones.
Todos esos componentes: el placer, la sensación del anfitrión, y el apetito del invitado, deben ser revelados gradualmente y los tres deben ser compatibles el uno con el otro. Entonces deben crearse las condiciones correctas para el invitado en porciones pequeñas, en las cuales él sea capaz de establecer la misma actitud hacia el Creador, con el mismo amor con el que el Creador lo trata.
¿Cómo es eso posible? El más pequeño grado en el cual el anfitrión revela el placer en los refrigerios y muestra que su actitud hacia el invitado, es un grado elevado para el invitado. Es se debe a que para él es una nueva vida, la cual no sentía en el ocultamiento. Él debe revelar en él por adelantado la disposición para tratar al anfitrión de esta manera, justo como el anfitrión lo trata justo en el primer nivel. Cuando los sabores de los refrigerios se revelen, el invitado no tendrá que ocuparse de ellos, sino que los usará como un medio: recibirlos y construir su amor por el anfitrión que está por encima de ellos.
Entonces resulta que la restricción y el Masaj (pantalla), tienen que ser previas a la revelación de la Luz, del Creador. Esto significa que primero y antes que nada, nosotros necesitamos el temor del Creador. La persona debe desarrollar este atributo: reverencia, temor de no tener éxito en otorgarle al Creador, una preocupación constante por ello ¿Y si el Creador de pronto se revela y yo no estoy protegido del placer egoísta y no soy capaz de amarlo en retorno? La preparación necesaria para la revelación del Creador está en el temor.
Esta reverencia está en todos los niveles, pero en diferentes formas y en una intensidad diferente, pero la reverencia es la condición esencial. Si la persona la adquiere, ella está lista para la revelación del Creador.
(De la 1° parte de la Lección Diaria de Cabalá del 9/3/12, Shamati # 38)
(De la 1° parte de la Lección Diaria de Cabalá del 9/3/12, Shamati # 38)
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