El símbolo más asociado con la sabiduría
de la Cabalá es el Árbol de la Vida. Todas
las antiguas escrituras están repletas con ejemplos del reino de las plantas.
Las antiguas escrituras hebreas usan las raíces espirituales de la vegetación
para explicar los procesos del crecimiento espiritual humano. Las usan como
herramientas, y podemos aprovecharnos de ellas utilizándolas para contactar con
nuestras almas. Las palabras que se detallan más abajo, están basadas en una
carta escrita por el cabalista Rabí Baruch Ashlag, el primogénito y sucesor de
Rabí Yehuda Ashlag, también conocido como Baal HaSulam. En su carta, Rabí
Ashlag explica a sus estudiantes que el trabajo en el campo refleja procesos
espirituales, y cómo experimentarlos.
Adam y el Árbol de la Vida
En Cabalá, los términos “naturaleza” y
“Creador” se consideran sinónimos. El término “vida” se define como estar en
contacto con la naturaleza y su Creador, y la palabra “árbol” puede simbolizar
o bien “vida”, simbolizando contacto con el Creador, o “conocimiento”,
entendiendo el por qué el Creador trabaja como lo hace. En realidad, el grado llamado
El Árbol del Conocimiento es el más elevado que una persona puede alcanzar. La
primera persona en descubrir el Árbol de la Vida fue Adam. Fue una persona
común que se sintió inclinada a descubrir qué subyacía más allá de nuestro
mundo. Cuando Moisés describe lo que le ocurrió a Adam, utiliza la imagen de un
árbol para describir la relación de Adam con el Creador. El Creador le dijo que
podía comer de cualquier árbol en el jardín excepto el Árbol del Conocimiento,
con referencia al último y único grado que Adam no podía alcanzar. El Creador
sabía que si Adam descubría el conocimiento contenido en ese árbol, podría
querer abandonar el Jardín, ya que sabría tanto como Él. Esto, en cambio, le
separaría del Creador —la Vida— por lo que el Creador le prohibió comer de ese
árbol. Todos sabemos lo que sucedió: Adam comió, y como resultado, se nos negó
la vida eterna prometida a Adam. Pero no todo estaba perdido.
El Creador nos dio antiguas escrituras que
nos enseñaban cómo podemos volver al Jardín del Edén. Nos dio también ejemplos,
que la Cabalá llama “ramas”. Esas ramas pueden indicar cómo funcionan realmente
las cosas. Si estudiamos las escrituras junto a las debidas explicaciones,
entenderemos los procesos espirituales que se manifiestan en cada planta y aprenderemos
a emularlos en nuestras almas.
Lo que Moisés quiso decir
"Comerás pan con el sudor de tu
frente."
-Génesis 3:19
En tiempos de Moisés, la espiritualidad
era una realidad tangible. Todo el mundo experimentaba el mundo espiritual, de
la misma forma que nosotros experimentamos el mundo físico hoy en día. En ese
tiempo, no existía el abismo que existe actualmente entre nosotros y la
espiritualidad. La humanidad no tenía que aprender espiritualidad, ya que la
vivían. En la época en la que Moisés escribió su Torá (Pentateuco), utilizó un
lenguaje propio de la época, por lo que las personas podían entenderlo. La
diferencia entre los contemporáneos de Moisés y la gente que lee esto mismo
ahora es que ellos sabían que estaban usando palabras mundanas para explicar
conceptos espirituales, mientras que nosotros pensamos que se refería a nuestro
mundo físico y acciones. Además, ¿cómo podemos pensar de otro modo? Ya no
sentimos la espiritualidad como lo hacían nuestros antecesores.
Por esto al lenguaje de la Biblia se le
denomina “el lenguaje de raíces y ramas.” Nuestro mundo es solamente la capa
más externa de los mundos espirituales; es solamente un caparazón, la rama más
alejada de un gran árbol.
Para entender totalmente la vida debes
explorarla donde realmente ocurre, en sus raíces. Por este motivo Moisés
declaraba: “Comerás pan con el sudor de tu frente”. En otras palabras, si
queremos comer (ser espiritualmente alimentados) necesitamos trabajar (sudor)
para ello. Desde el pecado de Adam, no nos es otorgado el contacto con el
Creador; en su lugar, debemos cultivarlo, usando cualquier medio a nuestra
disposición. Y la recompensa que nos aguarda es nuestro acceso al Árbol del
Conocimiento...
¿Por qué es importante querer la espiritualidad en
nuestra vida?
La Cabalá tiene como propósito incrementar el aspecto
espiritual (interno) de nuestras vidas, dentro de nuestro trabajo y en nuestros
momentos libres. Sabemos que el jardín no florece sin los fertilizantes
adecuados, pero si éstos no han sido debidamente elaborados pueden convertirse
en una amenaza dentro del jardín. Igualmente, la Cabalá nos enseña cómo
elaborar nuestros pensamientos para convertirlos en “fertilizantes adecuados”
de nuestras almas. Este benéfico camino nos enseña todo lo que hay que saber
sobre nosotros mismos, nuestras relaciones con seres queridos, amigos y, sobre
todo, cómo mejorar nuestros lazos con la Naturaleza.
Al igual que el árbol, para dar frutos (espirituales),
y alcanzar lo antes mencionado, tú y yo debemos hacer el mismo trabajo
requerido para árboles y plantas. Si fertilizamos, desherbamos y cultivamos
todas las partes de nuestras almas que necesitan cultivarse, nuestra
espiritualidad se intensificará y llenará nuestras vidas de gozo. Si nos
esmeramos en realizar este cultivo seremos “como el árbol plantado al lado de
corrientes de agua, que da su fruto en la estación y cuyas hojas no se marchitan;
y serán prósperos en todo lo que emprendan.” (Salmos
1:3)
Por lo tanto, ¿Qué es lo que tenemos que hacer con
nuestras “plantas” internas para hacerlas crecer de manera frondosa?
(Continuará)
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