La mayoría
de la gente entiende que sólo una fuerza actúa en el mundo;
llamémosla fuerza de la Naturaleza. Ellos
le dan diversos nombres: una fuerza o un Dios. Sin embargo, no es una persona,
sino la ley, la ecuación universal de toda la naturaleza que Einstein estaba
buscando para conectar en una sola, todas las demás leyes y ecuaciones que
actúan en todos los niveles de la existencia.
Cabalá
encontró hace tal ecuación universal hace eones: por un lado
de ella, está la Luz (Y), por el otro, el deseo de recibir (X), y en el medio,
la función (F) que los conecta entre sí, los iguala: una pantalla anti-egoísta.
¡Esta es la fórmula, y es muy sencilla!
Nuestro
deseo es “multiplicado” por la pantalla y se iguala con la Luz que nosotros, en
la medida de nuestro seguimiento de esta fórmula, son capaces de aceptarlo. ¡No
hay nada más, salvo estos tres componentes!
Pero la
luz es un valor constante, no cambia. Mientras tanto, el deseo cambia
constantemente, sin embargo, ocurre independientemente de nosotros. Nuestro
trabajo es seguir manteniendo la pantalla: el equilibrio entre la Luz y el deseo.
Es la única
ecuación que existe en la naturaleza. Todas las otras leyes se derivan de
ella: las leyes de la química, la física (en el nivel inanimado del deseo), la
botánica y la biología (en el nivel vegetativo), la zoología y la medicina (en
el nivel animado), la psicología (en el nivel de la percepción humana), y,
finalmente, las leyes del nivel hablante (en el nivel de los mundos
superiores).
Todo está
gobernado por una y la misma simple ecuación. Es una pena que Einstein no esté
aquí hoy, finalmente hubiera puesto su mente a descansar. Pero, a decir verdad,
él se estaba moviendo en la dirección correcta al tratar de conectar la luz
(vida) con la masa (materia, deseo).
(De la parte 4º parte de la lección diaria de Cabalá , “Una
sierva que es heredera de su ama”, laitman.es)
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