Puede parecernos que la diferencia entre los sexos es meramente externa y hormonal y que podemos convertir a un hombre en mujer mediante medicamentos, el uso de la cirugía o terapia de reemplazo hormonal. Sin embargo, la diferencia es mucho más profunda y radica en la raíz misma del universo, en las raíces de nuestras almas. La diferencia proviene de allí y precisamente nosotros, hombres y mujeres, tenemos diferentes tipos de almas.
Las almas de los hombres y las mujeres provienen de diferentes fuentes espirituales y, por lo tanto, encarnan en nuestro mundo en criaturas tan diferentes. Todas las diferencias entre los sexos son causadas por las almas, así como las diferencias entre los tipos y sub-tipos, clases y subclases de todas las creaciones.
Una raíz espiritual se viste en una forma de nuestro mundo y determina todos los atributos de esa forma, es decir, todos los atributos de nuestro cuerpo y personalidad; todo lo que pueda decir de cada uno de nosotros. Precisamente la raíz del alma de cada persona determina sus características diferenciadoras de todos los demás.
La diferencia en las responsabilidades espirituales, es decir, los caminos de corrección de hombres y mujeres, provienen de la diferencia de sus raíces espirituales. No vienen del hecho de que en nuestro mundo sean ligeramente diferentes entre sí en nuestro cuerpo animal de acuerdo a nuestras hormonas y características externas. Por lo tanto, las feministas creen que, en principio, no hay diferencias entre el hombre y la mujer y que los sexos deben ser igual en todo.
Sin embargo, todos reciben la misma recompensa. No depende de si una persona ha nacido hombre o mujer. Sólo depende de si él o ella ha utilizado todas las oportunidades que le fueron otorgadas desde arriba.
Podemos ver que incluso en nuestro mundo, a pesar de todo, los hombres y las mujeres tienen de manera natural diferentes funciones. ¿Hay algo más grande que el acto del nacimiento? ¡Es un acto equivalente a la creación o equivalente al Creador! A pesar de que un hombre se valora por su capacidad para adquirir cosas y llevarlas a casa y la mujer por su capacidad para cuidar del hogar, esta división de funciones no interfiere con nuestro disfrute, debido a nuestros esfuerzos mutuos. El orgullo del hombre consiste en el hecho ser capaz de aportar algo a una mujer y dárselo. Él piensa que así gana su corazón.
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