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lunes, 9 de noviembre de 2015

¿Qué papel juega la fuerza de la naturaleza en el sistema global? VIDEO

¿Qué papel juega la fuerza de la naturaleza en el sistema global? Entre otras, hay una ley de la naturaleza que determina que un 10 % de las personas que nacen, nacen para dar, para ser altruistas. Pero ser más de ese porcentaje depende de nosotros. Vea en detalle esta respuesta y otras más, en este episodio de Contundente.

(Kab.tv, CanalCabala)

domingo, 16 de agosto de 2015

El altruismo no es opcional


Nos parece que podemos elegir entre ser egoístas o altruistas. Pero si examinamos la Naturaleza, encontraremos que el altruismo es una ley fundamental. Por ejemplo, cada célula en el cuerpo es intrínsecamente egoísta, pero, para poder existir, debe despojarse de sus tendencias egoístas en favor del bienestar del mismo. La recompensa es no solo experimentar su propia existencia, sino también la vida del cuerpo entero.

Nosotros, de igual forma, debemos desarrollar tal conexión entre nosotros. Así, cuanto más logremos establecer este lazo, mejor percibiremos la existencia eterna de Adam (Adam HaRishón, el Alma Colectiva) en lugar del carácter pasajero de nuestra existencia física.

Particularmente hoy día, el altruismo se ha tornado esencial para nuestra supervivencia. Se ha hecho evidente que todos nosotros estamos interconectados y dependemos uno del otro. Esta interdependencia ha dado lugar a una definición innovadora y precisa del altruismo: Cualquier acción o intención que se origine en la necesidad de integrar la humanidad en una sola entidad es considerada altruista. Inversamente, toda actividad o intención que no se enfoque en unir a la humanidad es egoísta.

Nuestra oposición a las leyes de la Naturaleza es la fuente de todos los sufrimientos que presenciamos en le mundo. Y por ser el individuo el único elemento que no las cumple, se puede concluir que es el único elemento corrupto dentro de ella. El resto, es decir, los minerales, las plantas y los animales, acatan las leyes de ésta, por instinto. Sólo el comportamiento humano contrasta con el del resto de la Naturaleza y con el Creador.

El sufrimiento que vemos a nuestro alrededor no es únicamente el nuestro. Todos los demás niveles de la Naturaleza se ven afectados por nuestras actividades equivocadas. Si corregimos nuestro egoísmo transformándolo en altruismo corregiremos, por consiguiente, todo lo demás: la ecología, el hambre, las guerras y la sociedad en general.

LA PERCEPCIÓN MEJORADA

Aunque pareciera que el único cambio que tenemos que hacer es considerar a los demás antes que a nosotros mismos, el altruismo, no obstante, trae consigo un beneficio adicional: Cuando pensamos en los demás nos integramos a ellos y ellos a nosotros.

Mirémoslo de esta forma: Existen alrededor de 7 mil millones de personas alrededor  del mundo actualmente. ¿Qué pasaría si en lugar de contar dos manos, dos piernas y un cerebro para controlarlos, tuviéramos catorce mil millones de manos, catorce mil millones de piernas y 7 mil millones de cerebros para controlarlos? ¿Es confuso? No necesariamente, ya que todos estos cerebros funcionarían como uno solo y las manos trabajarían como un par de manos. Toda la humanidad seria como un solo cuerpo cuya capacidad se vería aumentada en 7 mil millones de veces.

Además de convertirnos en seres superdotados, todo aquel que se convierta en altruista recibiría también el regalo más deseado por todos: la omnisciencia o conocimiento absoluto. Puesto que el altruismo es el atributo del Creador, al adquirirlo, nuestra naturaleza se asemeja a la de Él y empezamos a pensar como Él. Comenzamos a saber por qué ocurren las cosas, cuando deben suceder y lo que debemos hacer para cambiar el curso de los acontecimientos. En la Cabalá, a este estado se le llama “Equivalencia de Forma”.

Este estado de percepción realzada, de equivalencia de forma, es la razón por la que fuimos creados. Fuimos creados como una unidad que posteriormente fue rota, y ahora debemos volver a integrarnos. En este proceso de reunificación aprendemos por que la Naturaleza actúa en la forma que lo hace y tendremos tanta sabiduría como el Pensamiento que lo creó.

Cuando nos unifiquemos con la Naturaleza nos sentiremos tan eternos y completos como ella misma. En ese estado, aún cuando el cuerpo deje de existir, tendremos la sensación que continuamos viviendo en la Naturaleza eterna. La vida corporal y la muerte dejarán de afectarnos, ya que la percepción egocéntrica y limitada que teníamos previamente habrá sido reemplazada  por una perspectiva altruista y comprehensiva.

HA LLEGADO EL MOMENTO

El Libro del Zohar, la “Biblia” de la Cabalá fue escrito hace dos mil años, aproximadamente. Nos afirma que hacia al final del Siglo XX, el egoísmo de la humanidad se acrecentaría a niveles sin precedentes, creando un sentimiento de vacío y falta de rumbo en nuestras vidas nunca antes experimentado.

Entonces, apunta el Zohar, llegaría el momento de ofrecer la Cabalá a toda la humanidad como un medio para adquirir la plenitud mediante la semejanza con la Naturaleza.
El proceso para alcanzar la plenitud, el Tikkún (la corrección), no ocurrirá de una vez ni será simultáneo para todos. Para lograr alcanzar dicho Tikkún el individuo debe desear que suceda. Es un proceso que se produce a partir de la voluntad propia.

La corrección se inicia cuando una persona se da cuenta que su naturaleza egoísta es el origen de todo mal. Es una experiencia muy personal e impactante, pero invariablemente lo lleva a uno a desear transformarse, y cambiar egoísmo al altruismo.

El Creador nos trata a todos como con un ser único y unido. Hemos intentado alcanzar nuestras metas de una manera egoísta, pero hoy estamos descubriendo que nuestros problemas se resolverán sólo al actuar colectiva y altruistamente. Entre más conscientes estemos de nuestro egoísmo, más desearemos utilizar el método de la Cabalá para transformar nuestra naturaleza al altruismo. No lo hicimos cuando la Cabalá apareció por primera vez, pero podemos y porque es el único medio para lograr la felicidad y la plenitud duraderas.

Por Rav Dr. Michael Laitman

(La Voz de la Cabalá)

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martes, 11 de agosto de 2015

Fe por encima de la razón


No existe un límite que separe nuestro mundo del divino, del mundo espiritual. Pero dado el hecho que el mundo espiritual, de acuerdo a sus características, es un anti-mundo, está situado tan lejos de nuestra percepción que desde el momento en que llegamos a este mundo, olvidamos completamente todo acerca de nuestra pasada anti-condición.

Naturalmente, la única manera de que los seres humanos perciban este anti-mundo, es adquiriendo su esencia, su razonamiento, y sus cualidades. ¿Cómo deberíamos alterar nuestra naturaleza presente, a fin de adquirir una completamente contraria? ¿Cómo podemos adquirir la cualidad de altruismo absoluto? Los cabalistas sugieren que experimentemos una transformación dentro de nosotros mismos. Sólo por medio de este acto interno, podemos percibir al mundo espiritual y comenzar a vivir en ambos mundos simultáneamente.

Este acto es llamado Fe por encima de la razón. El mundo espiritual es altruista. Cada deseo y acción que existen en ese reino no son dictados por la razón humana o el egoísmo, sino por la fe; es decir, por la percepción del Creador.

Si el sentido común fuera una herramienta vital para nuestras acciones, entonces parecería que no somos capaces de liberarnos por completo de nuestro propio intelecto. Sin embargo, dado que éste no revela cómo escapar de las circunstancias que el Creador ha puesto ante nosotros de una forma oculta, no nos ayudará en resolver nuestros problemas. Por el contrario, permaneceremos a flote sin apoyo y sin respuestas lógicas a lo que nos sucede.

En nuestro mundo, somos guiados sólo por nuestros propios razonamientos. En todo lo que hacemos, la razón -el cálculo ‘razonable’ puramente egoísta- es la base de todos nuestros deseos y acciones. Nuestra razón calcula la cantidad de placer que esperamos experimentar, y la compara con la cantidad de dolor requerido para esforzarnos en lograr ese placer. Entonces, restamos uno del otro para calcular el costo, y luego decidir si luchamos por tener placer o escogemos la tranquilidad.

Tal acercamiento ‘razonable’ hacia nuestro entorno es llamado Fe dentro de la razón. En este caso, nuestra razón determina cuánta fe utilizaremos.

A menudo, actuamos sin ningún cálculo del beneficio o costo del esfuerzo, como en el caso del fanatismo o del comportamiento condicionado. Tales actos ‘ciegos’, son llamados actos de Fe por debajo de la razón, ya que están determinados por decisiones posteriores tomadas a ciegas por alguien más, en vez de responder a la razón o al cálculo propio.

Nuestras acciones también pueden ser dictadas por nuestra formación, habiéndose convertido en una segunda naturaleza, hasta tal punto que debemos hacer un esfuerzo para no actuar mecánicamente, a través de la fuerza del hábito.

A fin de hacer la transición de vivir de acuerdo a las leyes de nuestro mundo, a vivir según las leyes del mundo espiritual, debemos cumplir con ciertas condiciones. Primero, tenemos que descartar por completo los argumentos de la razón y renunciar a utilizar nuestro intelecto para determinar nuestras acciones. Como si estuviéramos suspendidos en el aire, debemos intentar aferrarnos al Creador con ambas manos, permitiéndole así al Creador y sólo a Él determinar nuestras acciones.

En sentido figurado, debemos sustituir nuestra propia mente por la del Creador, y actuar de manera contraria a nuestra propia razón. Debemos colocar la Voluntad del Creador por encima de la nuestra. Una vez seamos capaces de hacer esto, nuestro comportamiento representará la Fe por encima de la razón.

Habiendo completado esa primera etapa, podremos percibir ambos mundos: este y el espiritual. Como consecuencia, descubriremos que ambos mundos funcionan según la misma ley espiritual de la Fe por encima de la razón.

La voluntad de suprimir nuestra propia razón y de ser guiados sólo por el deseo de entregarnos al Creador, forma la vasija espiritual en la que se recibe todo nuestro entendimiento espiritual. La capacidad de esa vasija; es decir, la capacidad de nuestra razón espiritual, está determinada por la cantidad de razón terrenal egoísta que estamos tratando de suprimir.

(Extracto del libro "Alcanzando los mundos superiores" por Rav Michael Laitman)

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martes, 21 de julio de 2015

Cómo llegar al amor al prójimo

Realmente no es fácil llegar a la sensación de necesidad de amor verdadero. En nuestro mundo, el único amor que existe es el amor por uno mismo. Cuando yo amo algo, quiero acercarme a eso, traerlo cerca de mí, y llenarme con algo. En otras palabras, quiero “apoderarme de esto”. Para nosotros el “amor” es la adquisición. “Lo amo” quiere decir que me gusta el hecho de que es mío, esto es lo que dice el deseo de recibir placer.
Por supuesto, trae una buena sensación. Sin embargo, valoramos esta cualidad en el hombre como si fueran buenas cualidades, se debe a que todo nuestro mundo está hecho de “consumidores”. Nosotros no amamos nada de ninguna otra manera, sino en nuestros deseos egoístas.
El amor acerca del cual nos habla la Cabalá es completamente diferente, tanto que no somos capaces de entenderlo. Existe la fuerza superior que no depende de nosotros y que existe desde antes que fuéramos creados, sin nosotros, esto es, antes de que el Creador tuviera el deseo de crear a la criatura. La criatura es algo que existe por fuera de esta fuerza superior, del Creador, y lo percibe a Él.
Percibirlo significa comprenderlo, sentirlo y alcanzar Sus cualidades. Para llevar a la criatura hasta el punto de percibir al Creador, fue necesario crear a la criatura con cualidades opuestas a las del Creador: en amor egoísta. Y el desarrollo debe llevar a la criatura al amor del Creador, al cual nos referimos como “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Después de todo, no existe nadie aparte del Creador y de la criatura.
Es necesario pasar por este proceso por nosotros mismos, es decir, nosotros debemos sentir, entender, analizar y evaluar todos los detalles de la percepción al Creador. Y al final, tenemos que cambiar nuestro amor egoísta, el deseo de disfrutar que sólo nos permite percibirnos a nosotros mismos y permanecer encerrados en nosotros, al desarrollo de la percepción de lo que existe por fuera de nosotros. Esta es la razón por la que alguien que está por fuera de nosotros es llamado “prójimo”. Y ya que esta percepción se nos da por medio de los grados del Creador, desde Su posición, esto se conoce como la inclinación al bien.
No hay nada más que estos dos estados: yo me percibo a mi mismo o percibo al Creador. Sin embargo, esta transición no es en absoluto clara para nosotros ya que estoy absolutamente separado del segundo estado y no soy capaz de sentirlo. Para ayudarme a que salga de mí mismo y pueda percibir al Creador, Él prepara una cierta ilusión dentro de mi deseo egoísta, la percepción de mí mismo, que me da la sensación de que no estoy solo.
Esta es la razón por la que me siento como si estuviera en un entorno que se conoce como mi “prójimo” e incluye al inanimado, vegetativo, y el mundo animado, y a la gente, es decir, criaturas diferentes, diferentes partes de la creación. Y yo, una persona común, siento cómo puedo usar este medio, ya sea para mis propios intereses, o como un ejercicio para tratar de hacerlo por el bien del entorno.
Mi necesidad de actuar por el bien del entorno surge cuando mi deseo por el Creador se despierta. Aun no entiendo este deseo, no conozco al Creador, y por eso se me da este ejercicio: Intenta tratar a tu prójimo, a aquellos que están fuera de ti de manera altruista. Este es el lugar donde serás capaz de construir tu amor por el prójimo.


Cuando a través de estos ejercicios vayas adquiriendo nuevas cualidades y comprensión y realices múltiples aclaraciones, entonces serás capaz de llegar más cerca de tener una conexión con el Creador.
(laitman.es)

miércoles, 27 de mayo de 2015

El Creador es la Naturaleza


En la Cábala, las palabras "Dios" y "La naturaleza" son sinónimos, y la naturaleza es altruista. Para descubrir a Dios, tenemos que ser como la naturaleza.


Miles de científicos, a juzgar por los últimos informes del Panel Intergubernamental para el Cambio del Clima, establecen que debemos detener nuestro antagonismo con la Naturaleza, como hemos estado haciéndolo en los últimos siglos, y empezar a trabajar en armonía con ella. Explican que la Naturaleza sabe cómo y cuándo actuar. Si tan solo nos quitáramos de en medio, las cosas se resolverían. De forma similar a como el cuerpo tiene su sistema inmunológico, la Naturaleza tiene mecanismos que mantienen el equilibrio.


Asimismo, los cabalistas establecen que las células en el organismo se encuentran unidas con el fin de sostener al organismo en su totalidad. Cada célula recibe lo que necesita para su mantenimiento, e invierte el resto de su energía en el resto del cuerpo. En cada nivel de la Naturaleza, el individuo trabaja para beneficio del colectivo del que forma parte, y en el que a su vez, encuentra la plenitud. Sin actividades altruistas, el cuerpo no puede subsistir. De hecho, la vida misma no podría mantenerse.

Este balance es un equilibrio dinámico controlado por mecanismos de regulación interrelacionados, los cuales no están pensados para los elementos que lo componen, sino para el sistema en su totalidad. Imaginemos el caos en el que nos encontraríamos si cada uno de los órganos se preocupase únicamente de sí mismo, en lugar de cuidar la salud de todo el cuerpo.

En tal situación, los órganos robarían vasos sanguíneos unos a otros, impidiendo la nutrición de los órganos adyacentes y el suministro de oxígeno. Aquellos que producen anticuerpos los atacarían porque los considerarían órganos ajenos, y de esta forma, los que tuvieran defensas más poderosas acabarían con los más débiles. Pronto, muy pronto, el cuerpo perecería, claramente, al igual que esos órganos egoístas. Cuando tal proceso ocurre es llamado “cáncer”.

La bióloga evolucionista Elizabeth Sahtouris, consultora de la ONU, sostiene que “Cada molécula, cada célula, cada órgano… tiene su propio interés egoísta. Cuando cada nivel del cuerpo muestra esta intención, fuerza la negociación entre todos los otros niveles. Este es el secreto de la Naturaleza. A cada instante en nuestro interior, estas negociaciones conducen a los sistemas a la armonía”.

Tanto la ciencia como la Cabalá reconocen que el mayor, si no el único y verdadero problema en este mundo somos nosotros:

“Pienso que los virus informáticos deben considerarse vida. Creo que dice algo acerca de la naturaleza humana que la única forma de vida que hemos creado hasta ahora es puramente destructiva. Hemos creado la vida a nuestra imagen”
(Stephen Hawking, físico y cosmólogo británico)

“Y en palabras sencillas diremos que la naturaleza de todos y cada uno de los seres humanos es aprovecharse de todas las criaturas del mundo para su propio bien, y aún cuando le da algo a sus semejantes no es sino por necesidad. Y aún entonces, hay en eso algo de explotación hacia su semejante, sólo que el hecho (explotación) se efectúa de manera muy fingida, de modo que su amigo no lo perciba”. (Rabí Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), “Paz en el Mundo”)

El hecho de que la Naturaleza existe y que no se destruye a sí misma a cada momento es una prueba irrefutable de que no funciona de manera egoísta, de que se coordina como un sistema, anteponiendo el bienestar general al particular. En la Cabalá, cuando las necesidades del conjunto son prioritarias a las individuales, se denomina “altruismo”. En un sistema con estas características, los elementos particulares contribuyen constantemente con el sistema, sea un organismo o una sociedad humana.

Los humanos, en casi todos sus aspectos, son como las especies animales. Sin embargo, hay un aspecto en el que nos diferenciamos de la Naturaleza. Anteponemos nuestro propio interés al del conjunto. Esta es la esencia del egoísmo. No necesitamos enseñar a los animales, las plantas o las rocas cómo comportarse. Siempre lo hacen de acuerdo con la Naturaleza, de forma altruista, colocando el interés general delante del particular. Por ese motivo los animales de presa cazan únicamente para su sustento, manteniendo el delicado equilibrio del hábitat.

Pero los humanos no cazan para comer, sino para tener riqueza y explotar su entorno. El único problema con la raza humana es que, a diferencia de los animales, funciona en un “sistema operativo” egoísta en lugar de uno altruista, lo cual termina afectándonos a todos, a través de las desgracias ecológicas, entre otras. Para enmendar el rumbo y detener el desequilibrio en la homeostasis de la Naturaleza, necesitamos la instalación del mencionado “sistema operativo” altruista en lugar de uno tan fallido como el actual.

Y para encontrar el programa adecuado, necesitamos ir al “distribuidor de programas”, el Creador. En Cabalá, las palabras “Dios” y “La Naturaleza” son sinónimas. De ahí su mismo valor numérico: 86. Los cabalistas han descubierto y actualizado un método que nos enseña cómo sustituir este disco duro egoísta con uno altruista, y hoy en día, cuando muchos reconocen que un drástico cambio desde lo profundo del corazón es necesario, la Cabalá es retomada como la alternativa para que la humanidad alcance la felicidad y la plenitud duraderas, en equilibrio con la Naturaleza.

(Por Rav Dr. Michael Laitman, La Voz de Cabalá)

Material relacionado:
Ve con el flujo de la naturaleza
Equilibro con la naturaleza

martes, 15 de enero de 2013

Creando la sociedad altruista


Sólo el 10% de la humanidad es altruista por naturaleza. El resto es  egoísta. Sobre la doctrina social de Baal ha Sulam.         
"¿Buscas  el motivo de la maldad?  Este está solo en ti". 
-   Jean Jacques Rousseau         
Entre los maravillosos artículos que aparecen en el libro “La última generación”, se han publicado por primera vez unos manuscritos únicos de  Baal ha Sulam (Rabí Yehudá Ashlag, compositor de la interpretación “Escalera” del libro del Zohar) que revelan sus avanzadas enseñanzas sociales, anticipando su tiempo. 50 años después de su muerte, es escalofriante ver en qué medida, este deslumbrante cabalista, fue tan exacto en sus diagnósticos, y cómo las recomendaciones que destinó a la humanidad se convierten hoy en la orden del día. Este artículo se basa en ideas tomadas de estas escrituras.     
El mundo sólo puede existir si el hombre cambia su actitud hacia él, de recibimiento para sí mismo a otorgamiento. Nuestro egoísmo es la única fuerza destructiva en el mundo. Todas las fuerzas en el mundo, excepto el ego de los seres humanos, están en equilibrio entre sí. Se activan y coexisten bajo una sola ley de la naturaleza y se encuentran en los niveles de la existencia material – inanimado, vegetativo y animal - en perfecta armonía.
Antes se creía que tal armonía no existía y resueltamente, destruimos partes de la naturaleza que nos parecían "dañinas". La amarga experiencia que resulto de nuestra intervención en la perfección de la naturaleza, nos enseña que en ella, todos los factores están relacionados entre sí y todos aspiran a un estado dehomeostasis - el equilibrio en todos los niveles y la cooperación entre los niveles materiales.             
El proceso de homeostasis es el equilibrio interno y externo de todo objeto vivo. Cada objeto tiene el derecho a existir, solamente si compara sus parámetros internos con los externos. Cuando se viola esa semejanza se destruye el equilibrio. Cuando el objeto cruza las fronteras de la comparación, lleva al organismo al exterminio. La capacidad para recuperar la homeostasis (equilibrio) en todos los niveles de la naturaleza, es lo que asegura la continuación de la vida. 
Pero al mismo tiempo que las fuerzas de la naturaleza están opuestas unas a otras, positivas y negativas, también están en equilibrio completo y salen de él sólo en caso  necesario, como parte del desarrollo. El único ente desarrollado en la naturaleza, que viola este equilibrio, causándole daño a la naturaleza y a sí mismo, es el ser humano.
El factor perjudicial en nosotros es nuestro egoísmo. Ninguna otra criatura en la naturaleza es egoísta. Un animal que come a otro lo hace en conformidad con la ley de la naturaleza que actúa en el. Él come al otro por el deseo natural, instintivo,  y no cometiendo un daño intencional. Excepto el hombre, no hay otra criatura en la naturaleza que tenga esa actitud de cometer daño, abusar o explotar a los que la rodean.
El hombre es el único en sentir placer al disfrutar más que los que lo rodean. Más aún, sólo él puede disfrutar del dolor del otro. Ninguna otra criatura en la naturaleza tiene esa actitud hacia  los demás. Si la persona no violara el perpetuo equilibrio de la naturaleza, todas las partes en ella existirían en armonía. Aunque pareciera que un animal salvaje devora a otro por completo, en realidad, ningún animal salvaje come más de lo necesario para sobrevivir. Todos los objetos de la naturaleza actúan según las reglas naturales.
El consumo humano excesivo, mucho más allá de lo necesario para su existencia, se llama egoísmo. El egoísmo es la fuerza del deseo que tiene el ser humano, por encima de los deseos físicos, por encima de lo que necesita físicamente. Debemos reconocer que esta es la única fuerza perjudicial en el mundo. Todos nuestros sufrimientos se deben al uso inapropiado de este deseo,  porque es usado en forma egoísta. Este exceso de nuestro deseo, más allá de lo que es necesario para nuestra existencia natural, debe convertirse en otorgamiento. Sólo así lograremos un equilibrio con la naturaleza.
Esta maravillosa posibilidad de poseer un comportamiento independiente de este tipo no existe en ninguna otra entidad en la naturaleza. El ser humano es el único a quien le está permitido elegir la intención de sus acciones. Por medio del uso correcto de este deseo excesivo,  una persona puede elevarse al nivel del Creador, y convertirse en una parte independiente de la naturaleza. Sin embargo, hasta nuestros días, el ser humano se auto-destruye, se va acercando a su auto-extinción.
Altruismo a nivel celular
Un objeto es definido como vivo cuando da y recibe del entorno. La ley de existencia de cada objeto vivo es el altruismo. Todo organismo vivo debe sustentar cada célula y cada órgano, que existe por sí mismo o en común, combinando células y órganos que funcionan en conjunto y en complementación mutua. En este proceso ellos deben "ceder", y "ayudarse" el uno al otro. Podemos ver, que la conexión entre las células, por el principio de "uno para todos" o "altruismo", funciona dentro del cuerpo de cada ser vivo.
Sin la existencia de este principio, el cuerpo vivo no puede subsistir, se convierte en una célula de "cáncer" y finalmente se auto-destruye. Esta ley funciona en toda la naturaleza según el "programa escrito por anticipación" implantado en cada criatura, sin libre albedrio, excepto el humano. El hombre, al fin de su desarrollo, debe alcanzar un estado de desesperación y anhelar que esa ley se ejecute y lo controle. Por lo tanto, sólo el ser humano, a diferencia de los otros entes en la naturaleza – inánime, vegetativo y animal - es el elemento desarrollado de la naturaleza.
Las células pueden sobrevivir, existir, crecer, reproducirse y aplicar el programa interno en forma mutua, en esfuerzo conjunto en un solo cuerpo. Ellas subsistirán sólo si "ceden" una a la otra y reconocen las necesidades de la  otra. Esto sucede en todo organismo vivo. Los biólogos escriben sobre esto en forma sorprendente. Lo llaman: "sabiduría de la naturaleza."
Los investigadores descubren tal comportamiento "altruista" en cada pequeña partícula de material. Ellos distinguen señales de anulación propia, comprensión mutua, y acercamiento entre las células, donde cada parte podría "destruirse" a sí misma por el bien del  plan general. Ellos encuentran este tipo de acciones en cada parte de la naturaleza.      
La fuerza de rescate de la humanidad
El mundo no sintió la fuerza de su egoísmo hasta que no llegó a su máximo desarrollo. El descubrimiento del egoísmo "en toda su magnitud", es decir, en oposición total con la ley general de la naturaleza, ocasiona al ser humano sufrimientos, enfermedades, desastres naturales y casos lamentables. Debido a que toda la naturaleza es un solo organismo, la corrupción se revela en todos los niveles de la naturaleza – inánime, vegetativo y animal.
El desafío de la humanidad contra la naturaleza condujo a una crisis general de la cual somos testigos hoy en día. Esta crisis no es "un castigo del cielo ", sino un resultado directo de nuestra cruel intervención en los sistemas ecológicos, de nuestra negligencia de las leyes de la naturaleza y del consumición excesiva de cada uno de nosotros. Si cada uno de los órganos del cuerpo general de la humanidad corrigiera sus intenciones y actuara por el bien de la humanidad - podríamos mantener el equilibrio con la naturaleza, y como resultado  conseguiríamos solo bienestar y abundancia.
Pero, por desgracia, parece que la humanidad llegará a este entendimiento sólo por el "reconocimiento del mal". Este proceso puede ser el resultado de un camino largo y lleno de sufrimiento, o también el resultado de una manera corta de corrección.  
Los estudios científicos demuestran que el diez por ciento de la humanidad es altruista por naturaleza, el resto son egoístas. Por lo tanto, según lo indicado por Baal haSulám en su artículo - "La última generación", deben corregirse, en primer lugar, ese diez por ciento de la población altruista del mundo. Ellos están comprometidos a aportar al resto de la humanidad el conocimiento sobre la causa de la crisis y sobre la posibilidad de liberación.
Debido a que la sociedad es la que determina los valores propios de la persona, debemos cambiar los valores existentes en la sociedad humana. Sólo la sociedad misma puede influenciar a cada uno de nosotros, para cambiar nuestro comportamiento de recibimiento a otorgamiento.
Como el hombre es absolutamente dependiente de la sociedad, y dado que todas sus acciones son para ganar el respeto a su personalidad en la sociedad (ya sea la familia, los hijos u otras personas), entonces si todos los que lo rodean alabaran sus acciones altruistas y deshonraran sus acciones egoístas, la persona no podría continuar en su comportamiento egoísta. Este proceso obligaría a la persona a trabajar por el bien público para ganar los elogios de quienes le rodean.
Poco a poco, debemos crear en la sociedad, una nueva agenda, que elogie de cualquier manera posible la dignidad y la importancia de las acciones altruistas. El cambio en la opinión pública debe definir como meta el implante del valor absoluto del otorgamiento a la sociedad, en toda la humanidad y en cada individuo en especial. El individuo será evaluado por medio de sus acciones de otorgamiento – de esta manera él será importante, respetado y famoso en el mundo. Gradualmente, la persona cederá a la influencia de la opinión pública, y sin otra alternativa, aceptará al altruismo como el valor más supremo.
(La Voz de la Cabalá)



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