Como cualquier otra ciencia, la Cabalá se basa exclusivamente en la experimentación. Mira un poco el ser humano, cómo crece, así es como solíamos desarrollarnos en el pasado.
A lo largo de milenios, continuamente resumimos todas nuestras observaciones y gradualmente las convertimos en las ciencias. Sin embargo, todas ellas se basan únicamente en la experimentación, y nada más. Estos experimentos constituyen la base de todas las ciencias.
Si algo no ha sido probado experimentalmente, no es una ciencia. Podría ser un producto de tu imaginación, y otra persona podría llegar a algo más. Sólo los datos estrictamente recurrentes, los resultados de los experimentos, pueden convertirse en una ciencia.
Imaginemos que hoy estoy en mi laboratorio y estudio una determinada propiedad o fenómeno. Por lo tanto, escribo un artículo para una revista científica sobre el comportamiento del fenómeno en cuestión. Más tarde, los resultados presentados en este artículo se analizan en los laboratorios y otros lugares, y los científicos escriben sus comentarios. La ciencia está compuesta por todos estos elementos.
Así fue en el transcurso de milenios. Pero hoy, no desarrollamos la ciencia de la Cabalá, sino que la aplicamos.
A partir de hoy, la sabiduría de la Cabalá está ya explicada, establecida en el papel. No tenemos nada que añadir, a excepción de los materiales que escribimos para ayudarnos nosotros mismos y ayudar a la gente como nosotros. Es decir, supongamos que hay ciertas físicas superiores, y entonces se escribe para los estudiantes, para los escolares, para los laicos, o para las diversas aplicaciones prácticas. Lo mismo se aplica a la Cabalá.
Hoy leemos el Libro del Zohar, la obra del Arí, que están expuestos y comentados para nosotros en los libros de Baál HaSulám. En esencia, no tenemos nada que añadir a esto. Hay también artículos y cartas, es decir otro material que hemos recibido de Baál HaSulám. En la práctica, eso es todo.
Además de esto, sólo podemos escribir sobre lo que observamos, lo que vemos en nosotros mismos con el fin de ayudar a otras personas a avanzar junto con nosotros o que nos sigan. Es decir, no desarrollamos la ciencia, sino que la adaptamos para los que vendrán a ella.
(34487 – De la Lección 3, Convención de Berlín 01/28/2011)
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