La persona que se encuentra en el camino espiritual, comienza a unir este mundo y su relación con el Creador, y no distingue entre ellos. Este mundo, todo lo que me sucede aquí, en todos los sentidos, y con todos, son en general indicios, conversaciones del Creador conmigo. En éste mundo, no es que exista alguien o algo, sino que es Su manera de dibujarme una especie de imagen ficticia, como si aquí se encontraran personas, elementos inanimados, vegetales y animados, que ejercen sobre mí alguna influencia, negativa o positiva. Pero en realidad, provienen del Creador. No hay en ellas ningún tipo de libre albedrío, ni siquiera quiénes son ni qué son.
En realidad, todo soy yo, es mi Kli (vasija), es mi alma, las partes de mi alma, las partes de mi Kli. Y lo que yo siento dentro de ellos, en esos deseos, en esos Kelim(vasijas) inanimado, vegetal y animado y las personas que me rodean, todo eso, es la manera de relacionarse del Creador, Su manera de hablarme, y no existe nada más que esto. Por lo tanto, yo estabilizo mi relación hacia una realidad que soy yo mismo, y todo el resto, todo lo que se encuentra por fuera de mi, en definitiva, se trata también de mí, sólo que aún no lo he acercado, aún no lo he reunido en mí. Esto es básicamente todo mi trabajo, que todo se reúna dentro de mí y así, en la medida en que esto ocurra, esas imágenes pasarán a ser mis deseos interiores. Y lo que en éste momento yo siento como algo externo, es por mi falsa percepción de la realidad. Cuando yo logro reunirlos en mi, se convierten en mis Kelim interiores y entonces, no siento diferencia entre la relación del Creador hacia mi mediante toda esta realidad, y en su relación directa conmigo. Porque en mi conexión con los demás, en la medida en que logre sentirlos en mi interior, así se revelará el Creador.
Clase matutina, parte I, minuto 36:26
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