Por el lado del Creador, el mundo está creado con el atributo de
misericordia (Jesed), el otorgamiento perfecto. El atributo de la
criatura, recepción, es creada como una huella en ella. Para darle a la
criatura (ser humano) una oportunidad de ser independiente, necesita ser creada
sin ningún atributo predeterminado. ¿Cómo es esto
posible? Para este propósito, el Creador preparó un estado especial (lugar de
deseo) para la persona porque una persona, de hecho, vive en sus deseos.
Dentro de la percepción de una persona, sus deseos
consisten en recepción y otorgamiento. Mientras la persona se desarrolla,
gradualmente adquiere la oportunidad de elegir entre alguno de estos, y
entonces observa que su elección no se encuentra en ninguno de los dos, sino en
el uso de esos dos atributos recibidos del Creador apropiadamente, es decir,
usarlos para el Creador.
Una persona aprende a usar igualmente ambos atributos y no anular
el atributo de recepción. Después de todo, esto es la persona, y necesita
existir como una criatura independiente frente al Creador. De otra manera, sin
recibir el placer del Creador, la persona no ofrecerá alegría al Creador.
Nosotros podemos ofrecer al Creador solamente recibiendo de Él.
Así es que una persona usa las dos fuerzas apropiadamente y
corrige sus deseos de recepción con la intención de otorgar. Consecuentemente,
la cualidad de misericordia, otorgamiento, gobierna sobre la cualidad de
recepción ya que en la medida en que la persona corrige su “materia”, el deseo
por el placer, puede usarla para otorgar. Finalmente, ambas cualidades actúan
como un todo en la persona, y ésta alcanza el otorgamiento perfecto (la fe).
En todo el camino, día tras día, durante cada estado y en cada uno
de los niveles, la persona combina correctamente las cualidades de recepción y
otorgamiento (misericordia y juicio). Por lo tanto el mundo está creado con
misericordia y ese completará cuando alcance la corrección completa.
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