¿Qué se necesita para crear el libro más popular de todos los
tiempos? Aparentemente requiere descubrir un mundo donde no existen las
palabras...
Moisés, quien bajo inspiración divina escribió los cimientos de
la Biblia, fue encontrado por la hija del antiguo gobernante egipcio, el
Faraón, en un pesebre de papiro a la orilla del Nilo. Fue criado en la casa del
Faraón y como príncipe, tuvo acceso a todo lo que cualquiera pudiera desear.
Hasta que un día, decidió embarcarse en el viaje que lo llevó a descubrir el
Mundo Superior.
Descubrió que ése no era un lugar físico sobre la tierra, sino,
un mundo interno de sensaciones completamente nuevas y maravillosas,
inalcanzables por nuestros 5 sentidos tradicionales.
Cuando decimos “un mundo”, la imagen que probablemente nos viene
a la mente es, un amplio espacio físico lleno de objetos, plantas, animales y
personas. Sin embargo, el Mundo Superior es percibido por medio de la
interioridad del ser humano, donde uno se conecta con las fuerzas que propulsan
la realidad llamada “nuestro mundo”, a través de nuestros cinco sentidos. Y en
el punto más alto del Mundo Superior, uno descubre que todas estas fuerzas están
conectadas a una única y abarcadora Fuerza Superior llamada “Luz Superior”.
PALABRAS PARA DESCRIBIR EL MUNDO ESPIRITUAL
La Biblia es aún hoy en día el libro más famoso que jamás haya
sido escrito, aunque fue concebido hace miles de años. Su verdadero contenido y
propósito yace en el vocablo Torá (en hebreo: Ohr – Luz y Horaá – instrucción)
que nos indica que el libro es un manual para sentir la Luz Superior que se
encuentra en el Mundo Superior que Moisés había descubierto.
Pero como ahí no existen palabras, la Torá utiliza términos
terrenales para describirlo. ¿Cómo, acaso, pueden nuestras palabras corrientes
describir al Mundo Superior?
La Cabalá explica que las fuerzas espirituales de ése mundo son las que gobiernan y dirigen todo en el nuestro. De modo que cada fuerza del Mundo Superior se manifiesta en nuestro mundo. Estas fuerzas se llaman “Raíces”, y sus manifestaciones en nuestro mundo se llaman “Ramas”. Por eso, el lenguaje utilizado en la Torá se denomina “El Lenguaje de Ramas”.
Es decir, cuando Moisés quiso describir algún fenómeno del Mundo
Superior, lo llamó por su rama manifestada en nuestro mundo. Por ejemplo, usaba
la palabra “piedra” para denominar la fuerza espiritual que se manifestaba en
nuestro mundo como una piedra. Así que la palabra “piedra” no se refería a la
piedra que nosotros vemos y sentimos, sino a su raíz espiritual.
Igualmente, cada palabra de la Biblia describe acontecimientos
del Mundo Superior. Y cuando se lee con esto en mente, le damos al libro el uso
que su autor pretendía: como guía para quien se embarca en el camino del
descubrimiento espiritual.
CUANDO LAS PALABRAS PIERDEN SU SENTIDO
A medida que fue pasando el tiempo, el verdadero significado
cabalístico de la Biblia fue olvidándose. En vez de ser leído con el fin de
penetrar el Mundo Superior y sentir la Luz Superior, mucha gente empezó a creer
que el libro hablaba sobre nuestro mundo: relaciones entre personas, enseñanzas
morales y consejos para resolver y organizar nuestros asuntos mundanos; o que era
simplemente una narración histórica. Ambas son interpretaciones equivocadas del
texto, ya que el mismo fue escrito en el Lenguaje de Ramas, y trata solamente
del Mundo Superior.
No obstante, existe evidencia arqueológica de que los
acontecimientos históricos que se describen en la Biblia realmente sucedieron
en nuestro mundo. ¿Acaso sostienen los cabalistas que ninguno de estos hechos
realmente hayan sucedido? No, justamente lo contrario: Ellos nos ayudan a
comprender por qué todos estos tenían que ocurrir también en nuestro mundo.
Como hemos dicho, cada objeto y cada acontecimiento de este
mundo surge y es dirigido por su raíz en el mundo espiritual. Por eso, cada
objeto espiritual debe manifestarse también en nuestro mundo. Es decir, a pesar
de que la Biblia solamente describe el Mundo Superior, los eventos
correspondientes también deben acontecer en el plano terrenal.
LEER CORRECTAMENTE LA TORÁ
La diferencia básica aquí es que los cabalistas consideran los
objetos y sucesos espirituales –las raíces–, infinitamente más importantes que
sus consecuencias materiales. Explican que un cabalista con el excepcional
alcance espiritual de Moisés, sería incapaz de escribir ni una sola palabra con
el simple propósito de hablarnos de historia o de ética. Su única meta en la
vida sería revelar a la humanidad el Mundo Superior, para ayudarnos a
percibirlo como él lo hizo, alcanzando así la meta más elevada de nuestra
existencia.
De ahí que la manera correcta de leer la Torá es comprendiendo
que cada palabra se refiere a una fuerza espiritual que se encuentra en el
Mundo Superior. Entonces, uno comienza gradualmente a conectarse con estas
fuerzas y a percibirlas, tal como lo hizo Moisés.
Quienes ya han desarrollado la habilidad de percibir el Mundo
Superior se llaman “cabalistas”, y cuando leen la Torá no visualizan sucesos
históricos ni enseñanzas morales. En cambio, perciben claramente cómo las
fuerzas espirituales nos gobiernan a nosotros y a todo lo que nos rodea, y cómo
todo se une finalmente en la infinita y perfecta Luz Superior.
Por Rav Dr. Michael Laitman
(La Voz de la Cabalá)
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