Pregunta: Usted tiene un aspecto serio y sabio, pero sus ideas y propuestas para la humanidad son utópicas. ¿De veras usted mismo está seguro de la realización de ellas e incluso de la probabilidad de que haya la posibilidad de realización de semejante revolución espiritual de toda la humanidad?
Respuesta: Conociendo la naturaleza del hombre, sé que todos nuestros deseos, pensamientos y acciones son absolutamente egoístas y no pueden ser de otra manera. Pero, conociendo asimismo la naturaleza del Mundo Superior, de la Luz, estoy totalmente seguro y lo sé por mi experiencia, que la Luz habiendo creado nuestro egoísmo, es capaz de transformarlo en altruismo instantáneamente. Pero lo hará tan sólo de acuerdo a nuestro deseo.
Podemos llegar a este deseo sólo tomando conciencia de que nuestro egoísmo es un mal para nosotros, viendo qué sufrimientos nos causa. Pero la cuestión está en la cantidad de sufrimientos: Se puede investigar una pequeña crisis como la de hoy y percatarnos de que nuestras relaciones mutuas son contrarias a la “pequeña aldea global” de la humanidad. Se puede concienciar esto tan profundamente, como para empezar a avanzar hacia el “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, hacia la semejanza con la Naturaleza/Creador. Por ejemplo, se podría introducir una educación global mundial, y enseñar a todos que vivimos en un mundo de dependencia general mutua. Habría que hacer participar en esto a todos los medios mundiales de comunicación, a las entidades educativas desde los jardines infantiles hasta las universidades. (Véase “La Lección en Arosa“).
Incluso nuestras primeras e insignificantes tentativas detendrán el antagonismo de la Naturaleza hacia nosotros, porque por medio de estas acciones, volveremos nuestro rostro hacia la Naturaleza/ hacia el Creador, hacia un acercamiento con Ella. Y si nuestros deseos EN GENERAL van a ser dirigidos hacia nuestra transformación, ésta ocurrirá fácilmente porque el Creador oye precisamente la petición de la sociedad.
La Naturaleza de todas formas pondrá en práctica su plan de acción, y en el mundo espiritual este designio ya existe y se encuentra plasmado. Pero nos gustaría reducir las catástrofes sociales, ecológicas, militares, de plagas y demás, que nos forzarán a desprendernos del egoísmo. Existe un buen camino hacia la meta de la Naturaleza. (Véase el artículo “El camino de la Torá y el camino del sufrimiento”). Para éste fue dada la ciencia de la Cabalá. Hay que hacer por lo menos todo lo que depende de nosotros. ¡La revolución espiritual ocurrirá en cualquier caso!
Parábola: Un hombre caminaba por la orilla y de repente vió a un niño que recogía algo de la arena y lo arrojaba al mar. El hombre se acercó y vió que el chico levantaba de la arena estrellas de mar. Estas le rodeaban por todos lados. Parecía que en la arena habían millones de estrellas marinas y que la orilla estaba sembrada de ellas, al pié de la letra, a lo largo de muchos kilómetros.
“¿Para qué arrojas estas estrellas marinas al agua? ” - preguntó el hombre acercándose.
- “Si ellas se quedan en la orilla hasta mañana por la mañana cuando baje la marea, entonces morirán”, - contestó el niño sin cesar sus acciones.
- “¡Pero esto es simplemente una tontería!” - gritó el hombre. - “¡Mira a tu alrededor! Aquí hay millones de estrellas marinas; la orilla está toda cubierta de ellas. ¡Tus tentativas no cambiarán nada! “
El niño recogió la siguiente estrella de mar, quedó pensativo por un momento, la arrojó al mar y dijo:
- “No, mis tentativas cambiarán mucho… para esta estrella. ”
Entonces el hombre también recogió una estrella y la arrojó al mar. Después una más. Entrada la noche, en la playa había una multitud de gente, cada uno de los cuales, recogían y arrojaban al mar una estrella. Cuando hubo amanecido, en la playa no quedaba ni un alma sin salvar.
Respuesta: Conociendo la naturaleza del hombre, sé que todos nuestros deseos, pensamientos y acciones son absolutamente egoístas y no pueden ser de otra manera. Pero, conociendo asimismo la naturaleza del Mundo Superior, de la Luz, estoy totalmente seguro y lo sé por mi experiencia, que la Luz habiendo creado nuestro egoísmo, es capaz de transformarlo en altruismo instantáneamente. Pero lo hará tan sólo de acuerdo a nuestro deseo.
Podemos llegar a este deseo sólo tomando conciencia de que nuestro egoísmo es un mal para nosotros, viendo qué sufrimientos nos causa. Pero la cuestión está en la cantidad de sufrimientos: Se puede investigar una pequeña crisis como la de hoy y percatarnos de que nuestras relaciones mutuas son contrarias a la “pequeña aldea global” de la humanidad. Se puede concienciar esto tan profundamente, como para empezar a avanzar hacia el “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, hacia la semejanza con la Naturaleza/Creador. Por ejemplo, se podría introducir una educación global mundial, y enseñar a todos que vivimos en un mundo de dependencia general mutua. Habría que hacer participar en esto a todos los medios mundiales de comunicación, a las entidades educativas desde los jardines infantiles hasta las universidades. (Véase “La Lección en Arosa“).
Incluso nuestras primeras e insignificantes tentativas detendrán el antagonismo de la Naturaleza hacia nosotros, porque por medio de estas acciones, volveremos nuestro rostro hacia la Naturaleza/ hacia el Creador, hacia un acercamiento con Ella. Y si nuestros deseos EN GENERAL van a ser dirigidos hacia nuestra transformación, ésta ocurrirá fácilmente porque el Creador oye precisamente la petición de la sociedad.
La Naturaleza de todas formas pondrá en práctica su plan de acción, y en el mundo espiritual este designio ya existe y se encuentra plasmado. Pero nos gustaría reducir las catástrofes sociales, ecológicas, militares, de plagas y demás, que nos forzarán a desprendernos del egoísmo. Existe un buen camino hacia la meta de la Naturaleza. (Véase el artículo “El camino de la Torá y el camino del sufrimiento”). Para éste fue dada la ciencia de la Cabalá. Hay que hacer por lo menos todo lo que depende de nosotros. ¡La revolución espiritual ocurrirá en cualquier caso!
Parábola: Un hombre caminaba por la orilla y de repente vió a un niño que recogía algo de la arena y lo arrojaba al mar. El hombre se acercó y vió que el chico levantaba de la arena estrellas de mar. Estas le rodeaban por todos lados. Parecía que en la arena habían millones de estrellas marinas y que la orilla estaba sembrada de ellas, al pié de la letra, a lo largo de muchos kilómetros.
“¿Para qué arrojas estas estrellas marinas al agua? ” - preguntó el hombre acercándose.
- “Si ellas se quedan en la orilla hasta mañana por la mañana cuando baje la marea, entonces morirán”, - contestó el niño sin cesar sus acciones.
- “¡Pero esto es simplemente una tontería!” - gritó el hombre. - “¡Mira a tu alrededor! Aquí hay millones de estrellas marinas; la orilla está toda cubierta de ellas. ¡Tus tentativas no cambiarán nada! “
El niño recogió la siguiente estrella de mar, quedó pensativo por un momento, la arrojó al mar y dijo:
- “No, mis tentativas cambiarán mucho… para esta estrella. ”
Entonces el hombre también recogió una estrella y la arrojó al mar. Después una más. Entrada la noche, en la playa había una multitud de gente, cada uno de los cuales, recogían y arrojaban al mar una estrella. Cuando hubo amanecido, en la playa no quedaba ni un alma sin salvar.
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