El placer duradero sólo puede radicar en los deseos altruistas
El placer es sentido sólo en el punto de contacto entre un deseo y su cumplimiento. El minuto en el que el placer satisface el deseo, el deseo desaparece, porque el deseo recibió lo que quería. Por consiguiente, el placer desaparece junto al deseo.
Así, mientras mayor es el deseo, uno está más vacío al intentar satisfacerlo. Este vacío e incapacidad de saciar nuestros deseos nos obliga constantemente a buscar nuevas formas de satisfacernos y a pasar todas nuestras vidas en este estado, hasta que nos extenuamos por completo.
La solución a este "enredo" yace en la satisfacción altruista. En la satisfacción altruista, el lugar que es llenado es diferente al lugar del deseo, porque en el altruismo uno obtiene placer de complacer a otros. Debido a que el placer está en otro, esto no neutraliza mi deseo; en ese sentido, mientras más satisfago a otros más lo disfruto. Este modus operandi es el principio de recibir el placer eterno que todos tanto deseamos.
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