Si desean explorar la fuerza superior, la sabiduría de la Cabalá
dice que ustedes deben crear un instrumento adecuado para ello. Esto es igual que
los científicos, quienes crean los instrumentos de medición: microscopios,
telescopios, aceleradores de partículas, y similares. Pero estos son apropiados
sólo para sustancias físicas. Entonces, ¿cómo podemos explorar la fuerza que
actúa en nosotros, en nuestra esencia?
Para esto, los cabalistas recomiendan construir una estructura
de diez personas (Minián) que
tratan de crear la interconexión completa entre ellas. Ellas estabilizan la
característica de la Luz en su entorno, ya sea que estén o no listas para esto,
al desear hacer un todo completo de sí mismos por encima de sus egos.
Tal estructura ya contiene dentro de ella dos fuerzas: nuestra
fuerza egoísta natural y la fuerza general de otorgamiento, es decir el Creador.
Y el cálculo es simple: cuanto más superemos la fuerza de separación con la
ayuda de la fuerza de unificación, en este grado nos armonizamos, parecemos, e
igualamos con la Luz Superior.
Incluso cuando otorgamiento asciende a un valor de uno por
ciento, en esa medida nos parecemos a la Luz y la sentimos. La sentimos en la
medida en que el deseo de otorgar domine al deseo de recibir.
Si tratamos de hacer un esfuerzo a pesar de nuestra incapacidad
para superar nuestro deseo egoísta, empezamos a prestarle atención al lugar en
el que hay una deficiencia, a lo débiles que estamos todavía, al por qué no
tenemos éxito. Entonces se desarrolla en nosotros un grito, una petición, una
oración para que la Luz nos ayude, nos de fuerza, y luego nos conectamos. Ciertamente
no tenemos el poder para conectarnos por nuestra cuenta. Este solo viene de la
Luz.
Así avanzamos: La Luz actúa e influye en nosotros de acuerdo a
nuestra petición; superamos nuestro deseo de recibir, absorbemos más del deseo
de otorgar; nos conectamos entre nosotros con más fuerza una y otra vez…. Está
escrito acerca de esto: (Baba Batra 9b)
“Un centavo y otro centavo se acumulan en una gran suma”.
Entonces llega el momento en que realmente podemos unirnos.
Luego cada uno siente cómo se desaparece en la conexión común entre nosotros.
Ya no existo “yo” ni los “amigos”; todos nos fundimos en uno. Y en el momento
de este estado de “unidad”, sentimos llenado, la Luz Superior, al Creador que
habita entre nosotros.
Por lo tanto podemos investigarlo a Él. En otras palabras, hemos
construido y activado un dispositivo llamado un “grupo”, una “decena”, (un Minián); y ahora podemos avanzar hacia adelante por
medio de la cada vez mayor estabilización de nosotros mismos en las diversas
formas de conexión. Y el Creador, de acuerdo a nuestra conexión mutua, se
revelará más y más.
A través de su influencia, la Luz también nos despertará hacia
capas aún más profundas del ego. Sentimos resistencia, descenso, y todo tipo de
molestias, que hacen posible que nos volvamos hacia la Luz Superior con fuerza
aún mayor, de tal forma que ella venga y adquiera el poder para que nosotros
veamos nuestros defectos y los métodos para su corrección.
Este es el camino, 125 niveles, que, al ascenderlos, en última
instancia alcanzamos “la equivalencia de forma” con el Creador. Y de esta
manera descubrimos cuán importantes son para nosotros las características del
temor y la ansiedad. Después de todo, son la preocupación y el temor, “¿Soy
capaz de otorgar?”, los que nos empuja hacia adelante.
(laitman.es)
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