Las personas no sentían tanta envidia hace mil o cien años, de la forma en que se envidian hoy en día. Se ha desarrollado toda una industria enfocada en despertar la envidia entre la gente: “Mira, ellos ya se han comprado… ellos están disfrutando y tú no…”, etc.
De esta forma el hombre empieza a ampliar su deseo por medio de su conexión con los demás. Pero nosotros hablamos de transferir nuestros deseos de sexo, comida, familia, dinero, honor y control hacia los deseos espirituales. Y los deseos espirituales se reducen a uno solamente: asemejarse al Creador. No hay muchos deseos, pero, por supuesto tienen sus diferentes características.
(De la lección del 25 de octubre del 2009)
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