¿Cuál es el lugar en el cual la sociedad tiene que cuidar de mantener contacto con el Creador? Si tú ya no piensas en que todo depende solamente de la persona o de la sociedad, sino que está todo conectado a un cierto camino, y tratas de corregirte a ti mismo por fuerza de la Arvut (responsabilidad mutua), enseguida descubres muchísimos problemas que no tienes la fuerza para enfrentarlos. Y entonces seguramente necesitas del Creador. La conexión surge de la necesidad.
Todo lo que hagas, fuera del amor al prójimo, no te llevará a acordarte del Creador, específicamente del Creador. El pedido de que Él me de algo en este mundo, en el mundo por venir, seguridad, etc., ese no es el Creador del que hablamos, es simplemente un tipo de imaginación. Puedes acordarte del Creador, el cual es la fuerza general del otorgamiento que se revela dentro de las vasijas, dentro de las almas, sólo con la condición de que la persona va hacia la conexión, hacia la responsabilidad mutua.
De esta forma la persona descubre que jamás podrá llegar a una relación con el prójimo, y ni siquiera tener alguna actitud hacia él, ni hablar de amarlo. Y entonces dentro de las angustias -y no así nomás por medio de la lectura en los libros-, la persona comienza a descubrir dentro de su corazón la falta de algo – así es cómo se entera de qué es ese “adhesivo”, qué es el “Creador”, la fuerza de otorgamiento que vive dentro del creado, dentro de la conexión. Solamente entonces la persona entiende cuál es ese discernimiento, y no antes. Ya que antes no puede diagnosticarlo. Se parece a la diagnosis de una enfermedad – sólo por medio de un complejo de detalles y síntomas que aparecen en el cuerpo, los cuales corresponden los unos a los otros en cierta forma, se puede llegar a cierta diagnosis. Por medio del cálculo que hace el médico de los distintos detalles, él descarta las posibilidades que existen hasta que llega a la obvia conclusión e identifica el lugar de la enfermedad.
Por eso está escrito “del amor a los creados, al amor a Dios”, porque no hay otra forma para localizar siquiera la dirección hacia el Creador, más que por medio del trabajo en la sociedad – a saber ¿Quién es el Creador? ¿Qué es? ¿Qué tipo de “ser” es? ¿Qué tipo de cualidad es? De cualquier otra manera, no se puede decir nada sobre Él. Y lo que generalmente piensa la gente sobre el Creador ni se acerca a lo que es esa fuerza, a “Dios”. Es imposible saber qué es el Creador mientras no se llega a la vasija que de su interior se puede descubrir esa luz que se llama “Divinidad”.
Y la vasija es la relación entre yo y los demás. Entonces si la persona no se enfrenta con esto, no forma esa carencia, y a partir de su experiencia ve que no triunfa -como cuando alguien construye algo, primeramente ve que “me falta algo y no sé que es”, y entonces busca hasta que de repente entiende qué es justamente lo que falta. Y cuando se reconoce la falta es ya un grado de gran maestría. Entonces únicamente por medio de la necesidad la persona puede descubrir el Creador, de no ser así, es que no lo necesita. Tienes que necesitarlo de verdad.
Todo lo que hagas, fuera del amor al prójimo, no te llevará a acordarte del Creador, específicamente del Creador. El pedido de que Él me de algo en este mundo, en el mundo por venir, seguridad, etc., ese no es el Creador del que hablamos, es simplemente un tipo de imaginación. Puedes acordarte del Creador, el cual es la fuerza general del otorgamiento que se revela dentro de las vasijas, dentro de las almas, sólo con la condición de que la persona va hacia la conexión, hacia la responsabilidad mutua.
De esta forma la persona descubre que jamás podrá llegar a una relación con el prójimo, y ni siquiera tener alguna actitud hacia él, ni hablar de amarlo. Y entonces dentro de las angustias -y no así nomás por medio de la lectura en los libros-, la persona comienza a descubrir dentro de su corazón la falta de algo – así es cómo se entera de qué es ese “adhesivo”, qué es el “Creador”, la fuerza de otorgamiento que vive dentro del creado, dentro de la conexión. Solamente entonces la persona entiende cuál es ese discernimiento, y no antes. Ya que antes no puede diagnosticarlo. Se parece a la diagnosis de una enfermedad – sólo por medio de un complejo de detalles y síntomas que aparecen en el cuerpo, los cuales corresponden los unos a los otros en cierta forma, se puede llegar a cierta diagnosis. Por medio del cálculo que hace el médico de los distintos detalles, él descarta las posibilidades que existen hasta que llega a la obvia conclusión e identifica el lugar de la enfermedad.
Por eso está escrito “del amor a los creados, al amor a Dios”, porque no hay otra forma para localizar siquiera la dirección hacia el Creador, más que por medio del trabajo en la sociedad – a saber ¿Quién es el Creador? ¿Qué es? ¿Qué tipo de “ser” es? ¿Qué tipo de cualidad es? De cualquier otra manera, no se puede decir nada sobre Él. Y lo que generalmente piensa la gente sobre el Creador ni se acerca a lo que es esa fuerza, a “Dios”. Es imposible saber qué es el Creador mientras no se llega a la vasija que de su interior se puede descubrir esa luz que se llama “Divinidad”.
Y la vasija es la relación entre yo y los demás. Entonces si la persona no se enfrenta con esto, no forma esa carencia, y a partir de su experiencia ve que no triunfa -como cuando alguien construye algo, primeramente ve que “me falta algo y no sé que es”, y entonces busca hasta que de repente entiende qué es justamente lo que falta. Y cuando se reconoce la falta es ya un grado de gran maestría. Entonces únicamente por medio de la necesidad la persona puede descubrir el Creador, de no ser así, es que no lo necesita. Tienes que necesitarlo de verdad.
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