Probemos a imaginarnos por un momento a nosotros mismos, levantándonos por la mañana, siendo conocedores de la ley general de la realidad, de la ley que lo define todo.
A partir de este momento, sabemos qué nos conviene hacer y de qué nos tenemos que proteger para evitar reacciones negativas.
Todo nos resulta claro y nos despertamos a la vida como niños, con ansias, con un gran deseo y sin tantos miedos e inhibiciones. Esa es exactamente la situación en la que merecemos vivir.
Y, ¿Por qué no? ¿Por qué no podemos tener éxito siempre? ¿Por qué siempre hemos de toparnos con paredes, recibir golpes y tropezar con problemas? ¿Por qué tenemos que permanecer en la oscuridad?
Si descubriéramos esa ley general, no tendríamos ningún problema, sabríamos exactamente cómo desenvolvernos en la vida, cómo triunfar en grande.
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