En el camino espiritual la persona descubre deseos egoístas
terribles que le muestran cuán profundamente está inmerso en la recepción. Entonces esta actitud hacia otros es descrita como
errores. Baal HaSulam escribe esto en la “Introducción al Estudio de las Diez
Sefirot”: “Con esto entendemos las palabras de nuestros sabios: que aquel
que se arrepiente por temor es recompensado con el hecho de que sus pecados se
vuelven errores”.
Primero los deseos egoístas son revelados a la
persona como pecados, y ahora los pasa al nivel de errores, a un nivel más
fácil. En total, la corrección siempre es gradual: Primero elevamos el deseo al
nivel de Bina, y después al nivel de Keter. Primero, en el nivel de Bina,
neutralizamos el deseo.
Aún no podemos otorgar con este, pero al menos no
dejamos que cause daño. Al mismo tiempo, estamos en ocultamiento simple,
mientras que antes estábamos en un ocultamiento doble: “que los
pecados que uno comete se extienden hacia él desde la recepción de la
providencia a través del ocultamiento doble“.
Si tanto el rostro como la parte posterior de la Luz
están ocultos, estoy en ocultamiento doble. Entonces tengo que pecar porque
estoy bajo el control de mi deseo egoísta, el deseo de recibir con el fin de
recibir, hasta que una Luz aparece desde Arriba y corrige mi deseo.
Pero hay estados en los que la Luz está oculta. Está
presente, pero no corrige. Esto es ocultamiento simple. La presencia de la Luz
aún me hace temer la recepción: es como si me advirtiera, me protegiera, y me
mantuviera en el nivel de los errores, pero no en el de los pecados.
Pero si la Luz está totalmente oculta y no me
disuade, entonces pierdo el control y estoy bajo el dominio de mi egoísmo, que
hace lo que quiere conmigo.
En total, estoy entre la fuerza de otorgamiento y la
fuerza de recepción. La cuenta es muy simple: ¿Cuál de las dos fuerzas me
presiona más fuertemente? Si la fuerza del Creador, la fuerza de la Luz, me
influye más fuertemente, entonces sin duda otorgaré. Pero si la fuerza de la
Luz es más débil, entonces sin duda llevaré a cabo las órdenes de mi deseo
egoísta y me moveré al nivel de los “pecados”.
Es lo mismo con nosotros: Si la sociedad, la
policía, y la familia me detienen y evitan que haga malas acciones, entonces
estoy bien. Pero si no hay tales factores de restricción, me “enloquezco”. De
una manera u otra, no hay opción: la persona está bajo la influencia de una de
las dos fuerzas.
(De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del
1/25/12, “Introducción al Estudio de las Diez Sefirot”)
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