Todo se origina en el Infinito, en el estado inicial, y para
que nosotros alcancemos la corrección total, tenemos que cumplir todas las
condiciones establecidas. En el estado de Infinito, la
voluntad de recibir es implacable, no renunciará a una sola pizca de adhesión,
unidad, o similitud al Creador.
En la infinidad, no hay fin o frontera,
ni algún detalle que escape a Su cálculo. Por eso es llamado Infinito. No está
relacionado con un lugar (deseo), cantidad o calidad del llenado, sino que
yace en la decisión sin reservas del ser creado de adherirse al Creador.
De acuerdo a esto, los grados espirituales de ascenso de nuestro mundo al
Infinito son los “grados de compromiso”: hasta qué grado el ser creado aun se
resiste a realizar un cálculo preciso de equivalencia.
En la etapa inicial de su trabajo, el
hombre ve todo a través del prisma de su beneficio personal. Esa es su
naturaleza: él fue creado de esta manera. Este periodo es largo y eventualmente
lleva a la desesperación. De la misma manera, durante toda su historia, la
humanidad soportó volteretas y sorpresas de una vida difícil mientras perseguía
el placer, hasta que una línea de decepciones ha llegado a su masa crítica.
Habiendo aprendido de experiencias dolorosas, es decir habiendo probado el amargo resultado, abandonamos la carrera
porque no creemos ni sentimos que nos traerá satisfacción.
Así, comenzamos gradualmente a
despreciar la satisfacción egoísta por su efecto amargo. A partir de la
desesperanza, hacemos un nuevo cálculo: En el altruismo, experimentaremos
satisfacción. Así es como, afectados por la Luz,
la cadena de Reshimot (genes
espirituales, reminiscencias), que emergieron en el mismo principio de nuestro
descenso desde el Infinito, se lleva a cabo.
Dos líneas entran en juego: la línea directa de Arriba
hacia abajo y la línea inversa de abajo hacia arriba. Ahora, en lugar de auto
gratificación, una persona hace cálculos basada en su involucramiento en
otorgar. Como resultado, su recompensa cambia también. Es experimentada no en
los deseos de recepción, sino en los de otorgamiento.
¿Pero cuál es la diferencia? Después de
todo, somos seres creados y debemos sentir satisfacción. Sin embargo, para
sentirlo de la misma manera que el Creador, debemos ser equivalentes a Él. Por
eso, de ahora en adelante, trabajamos en nuestra capacidad de recibir placer de
la acción en sí misma y no del resultado final del otorgamiento.
(Reflexión diaria, De la lección diaria de Cabalá , "Cuál es la ayuda que se debe pedir al Creador")
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