Ante todo, sepa que los niños son sensibles por naturaleza. Si detectan que algo se les oculta, puede desbaratar todo el sistema de confianza y respeto mutuo con sus padres. Por ello, si uno posee información importante o la profunda comprensión de lo que es la vida, no lo oculte de sus hijos. Ellos tienen sed de adquirir ese conocimiento.
Es siempre preferible no ocultarles la verdad a los niños. Por otro lado, no es necesario abrumarlos con asuntos que aún no pueden asumir, por no estar emocionalmente preparados para hacerlo. En términos prácticos, si la verdad no es simple, trate de simplificarla y de adaptarla al mundo imaginario del niño, de una forma suave y no amenazadora, para no estresarlo. Recuerde que cada historia que le cuenta a su niño toma vida y se convierte en realidad. Su obligación como padres es de ser sensitivos al desarrollo emocional y mental de sus hijos. Podrán revelarles un nivel adicional de la sabiduría de la vida que han acumulado a través de los años dependiendo sólo de la madurez emocional de ellos.
Por lo tanto, a veces es mejor esperar que la petición de adquirir un mayor conocimiento nazca del niño mismo, para que sienta que no lo están “empujando” a algo que ni siquiera ha pedido. La expresión de su disposición le indicará que está preparado para absorber una respuesta más profunda. Escúchele con mucha atención y observe su reacción a lo que usted le dice, es así como podrá asegurarse que no lo está abrumando demasiado, y confundiendo.
Y si no conoce la verdadera respuesta a sus preguntas, no tenga miedo de admitirlo, pero no evada su responsabilidad hacia ellos, que es el buscar respuesta a sus preguntas, junto con ellos. Como Albert Einstein dijo una vez, “Lo importante es no dejar de preguntar”
La gran rebelión, y la Pequeña también…
Como padres, tenemos la tendencia a darles un montón de consejos a nuestros hijos, pero muchas veces escuchan con cuidado y luego van y hacen lo completamente opuesto. Por algún motivo, en la mayoría de los casos, el individuo siente la necesidad de hacer exactamente lo opuesto a lo que se le ha explicado, y de descubrir soluciones que son mejores y más apropiadas que aquellas que han sido puestas a prueba por sus padres: vivir su propia vida. A pesar de que no siempre se triunfa, nadie parece escapar a esa aspiración.
Casi todos se han rebelado contra sus padres en algún momento. Pero, cuando vemos crecer a nuestros hijos pequeños, una de las cosas que más tememos, es que ellos hagan lo mismo.
¿De dónde surge esa aspiración a rebelarse contra toda la herencia de la previa generación? ¿Cómo podemos lidiar con este fenómeno eficientemente, sin imponer nuestra opinión y sin dañar el desarrollo del niño?
Es siempre preferible no ocultarles la verdad a los niños. Por otro lado, no es necesario abrumarlos con asuntos que aún no pueden asumir, por no estar emocionalmente preparados para hacerlo. En términos prácticos, si la verdad no es simple, trate de simplificarla y de adaptarla al mundo imaginario del niño, de una forma suave y no amenazadora, para no estresarlo. Recuerde que cada historia que le cuenta a su niño toma vida y se convierte en realidad. Su obligación como padres es de ser sensitivos al desarrollo emocional y mental de sus hijos. Podrán revelarles un nivel adicional de la sabiduría de la vida que han acumulado a través de los años dependiendo sólo de la madurez emocional de ellos.
Por lo tanto, a veces es mejor esperar que la petición de adquirir un mayor conocimiento nazca del niño mismo, para que sienta que no lo están “empujando” a algo que ni siquiera ha pedido. La expresión de su disposición le indicará que está preparado para absorber una respuesta más profunda. Escúchele con mucha atención y observe su reacción a lo que usted le dice, es así como podrá asegurarse que no lo está abrumando demasiado, y confundiendo.
Y si no conoce la verdadera respuesta a sus preguntas, no tenga miedo de admitirlo, pero no evada su responsabilidad hacia ellos, que es el buscar respuesta a sus preguntas, junto con ellos. Como Albert Einstein dijo una vez, “Lo importante es no dejar de preguntar”
La gran rebelión, y la Pequeña también…
Como padres, tenemos la tendencia a darles un montón de consejos a nuestros hijos, pero muchas veces escuchan con cuidado y luego van y hacen lo completamente opuesto. Por algún motivo, en la mayoría de los casos, el individuo siente la necesidad de hacer exactamente lo opuesto a lo que se le ha explicado, y de descubrir soluciones que son mejores y más apropiadas que aquellas que han sido puestas a prueba por sus padres: vivir su propia vida. A pesar de que no siempre se triunfa, nadie parece escapar a esa aspiración.
Casi todos se han rebelado contra sus padres en algún momento. Pero, cuando vemos crecer a nuestros hijos pequeños, una de las cosas que más tememos, es que ellos hagan lo mismo.
¿De dónde surge esa aspiración a rebelarse contra toda la herencia de la previa generación? ¿Cómo podemos lidiar con este fenómeno eficientemente, sin imponer nuestra opinión y sin dañar el desarrollo del niño?
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