Rav. Doctor Michael Laitman
No debe sorprendernos que una sola persona sea capaz de conocer todas las almas. Lo mismo se aplica a una persona en nuestro mundo: si él es sabio, él es capaz de conocer la naturaleza de toda la humanidad al conocerse a sí mismo, porque cada parte de la creación incluye los elementos de todas sus otras partes.
Una persona no tiene un atributo único que otras personas no tengan. Toda persona tiene todos los atributos de la humanidad, incluso si los tiene en un grado mínimo.
Cada persona es un poco asesino, un poco violador, mujeriego, científico, tonto, santo, ateo, etc. ¡Todo está contenido en cada persona!
Cuando la persona trabaja para perfeccionarse espiritualmente, comienza a percibir la totalidad de estos atributos en sí mismo y percibe que cada uno de ellos es egoísta, gradualmente se da cuenta por sí mismo de su mal.
Cuando la percepción de este mal alcanza el umbral máximo e insoportable, la persona voluntariamente rechaza este atributo, como nocivo. De esta forma, paso a paso, se corrige a sí mismo.
La persona percibe los atributos de otra persona como naturales sólo si los ha descubierto y sentido dentro de sí. Es decir, si se ha dado cuenta de su presencia dentro de sí.
¿Con qué frecuencia vemos a personas que poseen atributos negativos, sin embargo, ni siquiera lo sospechan y no lo ven dentro de ellas? Al mismo tiempo, no puede tolerar estos atributos en los demás.
Con la ayuda del estudio de
¿Por qué se vuelve tolerante de los demás? Porque percibe que no son capaces de deshacerse de sus atributos negativos. Empieza a amar a los demás en la medida en que se da cuenta de su propia insignificancia, porque se ve a sí mismo en ellos.
Puesto que todas las partes de la creación consisten de todas las otras partes (después de todo estamos separados sólo por intenciones egoístas, mientras que nuestras almas comprenden un solo cuerpo espiritual llamado “el alma de Adám”), cuando una persona se corrige a sí mismo, corrige al mundo entero. Esto se aplica a cada uno de nosotros.
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