Al final de su introducción al Estudio de las Diez Sefirot, el Rav Yehudá Ashlag (Baal HaSulam) explicó la actitud mental con la cual nosotros deberíamos emprender el estudio de la Cabalá. Esta es una traducción directa del Artículo 155 de esta introducción.
Por tanto, debemos preguntarnos, ¿por qué los cabalistas obligaron a cada persona a estudiar la sabiduría de la Cabalá? Ciertamente, esconde algo maravilloso, digno de ser publicado: hay un remedio magnífico, valiosísimo, para aquellos que se involucran en la sabiduría de la Cabalá. Aunque no entiendan lo que están aprendiendo, a través del anhelo y gran deseo por comprender lo que aprenden, despiertan en ellos mismos las luces que rodean a sus almas.
Esto quiere decir que toda persona con ese anhelo tiene garantizado alcanzar finalmente todos los maravillosos logros que el Creador ha calculado en el Pensamiento de la Creación para deleitar a cada criatura. Aquel que no haya sido premiado en esta vida lo será en la vida siguiente, y así sucesivamente.
Finalmente, uno será recompensado completando el pensamiento preliminar que Él planificó para nosotros.
Mientras uno no logra la perfección, estas Luces destinadas a alcanzarle son consideradas Luces Circundantes. Eso quiere decir que están preparadas, y esperan que nuestras vasijas de recepción sean purificadas. Al final, estas Luces revestirán a las vasijas capaces de recibirlas.
“Por lo tanto, aun cuando uno no posea las vasijas, al involucrarnos en esta sabiduría, mencionando los nombres de las Luces y las vasijas que guardan relación con el alma, inmediatamente brillan en nosotros en una cierta medida. Sin embargo, brillan para la persona sin arropar el interior de su alma, por falta de las vasijas capaces de recibirlas. A pesar de eso, la iluminación que uno recibe una y otra vez con su compromiso atrae la gracia de lo Superior, que imparte con gran abundancia, santidad y pureza, llevándonos mucho más cerca de alcanzar la perfección “.
(Cabalá Hoy, Edición #2)
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