Respuesta: Nos consideramos libres mientras no pensamos mucho en eso y nos identificamos con nuestro cuerpo animado. Pero si nos eleváramos por encima de nuestro cuerpo un poco, veríamos que obedece estrictamente a las leyes y procesos a los cuales está sujeto.
Creo que depende de mí cuando ir a dormir y cuando ir a trabajar. Pero, ¿de quién depende realmente? Se me ha ubicado bajo ciertas condiciones y se me han dado ciertas cualidades internas. Mientras tanto, nuestra voluntad de recibir placer (deseo) actúa como un motor que trabaja de acuerdo con un principio simple: el placer máximo con el mínimo esfuerzo, es decir, la ganancia máxima con la mínima inversión.
Este es el cálculo que hacemos en cada momento de nuestras vidas, en todos los aspectos, en cualquier dirección, en cualquier lugar, y en relación con todo lo que hay. Así es como trabaja nuestra naturaleza, tomando en consideración las diversas condiciones: que tan cansado estoy y cuan saludable soy, que tan grandes son el peligro y el placer, y así sucesivamente. Es comprensible que, mientras permanezcamos dentro de nuestro ego, allí no hay libre albedrío.
Tenemos que darnos cuenta que el libre albedrío es posible sólo si puedo controlar mi deseo y estar por encima de él. Mientras permanezca en mi naturaleza egoísta, siempre voy a ser un títere obediente, totalmente controlado por mi egoísmo.
Sin embargo, si deseo tomar en mis manos el control, tengo que controlar mi deseo, habiéndome elevado por encima de él. En otras palabras, el libre albedrío es posible, pero sólo por encima del deseo. Y la única pregunta es: ¿Cómo puedo elevarme por encima de mi naturaleza, por lo que significa?
( De la parte cuarta parte de la Lección Diaria de Cabalá del 26 de noviembre 2010 – La Libertad.)
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