En la
medida en que unas al grupo a ti, tendrás el Kli para descubrir la Meta.
Todo lo
que ves en el mundo, son las partes de tu alma. Nosotros aprendemos que el alma
del hombre es lo que él siente, y dentro de ella él siente su propia realidad,
a sí mismo y todo lo que es capaz de describir. Del rompimiento de los Kelim (vasijas), de Tzimtzum
Bet (la segunda restricción), el Kli se divide en varias capas en las
cuales el hombre siente que existe un yo y algo fuera de él. En el rompimiento
de los Kelim la diferencia entre el yo y lo que
está fuera de mí, se convierte en la diferencia que existe entre mi yo y lo que
yo odio o de lo que quiero aprovecharme. Es decir, se forma una especie de
ceguera, donde los Kelim más alejados me parecen como extraños,
diferentes e incluso contrarios a mí.
Nuestra
labor consiste en entender que debemos unir esos Kelim por medio del otorgamiento y del amor.
Nosotros unimos, cada uno a sí mismo, los Kelim que nos parecen externos y así se
convierten en nuestros Kelim internos. De esta forma nosotros
llegamos a “Él y su nombre son uno”.
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