viernes, 2 de noviembre de 2012

En búsqueda de armonía con la Naturaleza



¿Qué es lo que causa que la Naturaleza pierda su equilibrio, y qué podemos hacer para salvar nuestro Planeta? ¿Será que tenemos alguna posibilidad de evitar estos desastres naturales? ¿O estamos condenados al azar que los mueve?

La sabiduría de la Cabalá nos explica que toda la realidad tiene una conexión directa con nuestra interioridad, por lo que buscar en el azar o en cambios físicos las razones de estos desastres naturales y otros problemas es un error de perspectiva.
La conexión entre los desastres naturales y cada uno de nosotros es directa, porque todas las fuerzas de la Naturaleza –en los niveles inanimado, vegetal, animal y humano–, están conectadas y dirigidas a la corrección del hombre. Todas ellas están incluidas en el hombre; es decir, que son en realidad una proyección de nuestros niveles interiores. Si no dominamos y corregimos nuestra naturaleza interna, esa falta de corrección se manifiesta de manera externa a través de hechos que consideramos terribles.

El equilibrio natural

¿Qué es lo que realmente causa el “calentamiento” de la Naturaleza?

Una vista más profunda hacia el fondo del sistema de la Naturaleza, nos mostraría que ésta mantiene un equilibrio permanente entre todos sus elementos. Todos éstos están interconectados y son interdependientes, hasta que el mínimo daño infligido a un solo elemento perjudica al sistema entero, sacándolo de equilibrio.

El principio subyacente de este equilibrio son las relaciones recíprocas que se expresan principalmente en el reino animal. Y aunque la Naturaleza nos parezca como una fiera por fuera, una vista al fondo nos mostraría que todas las luchas y choques existentes los realiza para lograr su balance interno, contrario a lo que aparenta.

La famosa investigadora de chimpancés, Dra. Jane Goodall, quien ha pasado muchos años de su vida en medio de la Naturaleza, lo confirma basándose en su propia experiencia: “Sentí que no existe una fuerza mala en la Naturaleza, sólo amor puro”.

El desequilibrio egoísta

El ser humano, sin embargo, es la única criatura que transgrede consistentemente el balance delicado de la Naturaleza. Se preocupa sólo por sí mismo, se aprovecha de su prójimo y se erige sobre la ruina de los demás. Ciertamente no siempre lo hacemos de manera consciente, pero ya sabemos que “La ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento”. Aunque no estemos conscientes de nuestra influencia, somos partes integrales del sistema natural, y cuando tratamos nuestro entorno egoístamente, sacamos el sistema entero de su equilibrio.

Baal HaSulam lo expresa de una manera muy directa en su artículo La Paz:

“Y examinándolo en forma general, debemos dedicarnos a dos preceptos en la sociedad, únicamente. Éstos se pueden denominar como ‘recepción’ y ‘otorgamiento’.
Eso implica que cada miembro está obligado por la Naturaleza a recibir sus necesidades de la sociedad, y a la vez, está obligado a influir con su labor, para el bienestar de la sociedad. Y si contraviene uno de estos dos preceptos, será castigado sin piedad.”

“En cuanto al precepto de la recepción, no hace falta examinar excesivamente, porque el castigo se cobra de forma inmediata, lo cual impide su negligencia. Pero, en lo que respecta al segundo precepto, el de ‘otorgar a la sociedad’, el castigo no sólo no llega a nosotros de forma inmediata, sino que se suministra en una forma indirecta. Y por consecuencia, este precepto no se observa adecuadamente.”

“Y es por eso que la humanidad se está friendo en una pavorosa cacerola, sobre el fuego de la destrucción y el hambre, y sus consecuencias, que no han cesado hasta el momento. Y lo más curioso es que la Naturaleza, como un hábil juez, nos castiga de acuerdo a nuestro nivel de desarrollo, porque es evidente que cuanto más se desarrolla la humanidad, más se incrementan nuestros tormentos y sufrimientos, respecto al logro de nuestro sustento y existencia.”

La armonización con la Naturaleza

Si es nuestro deseo solucionar la crisis ecológica, tenemos que aprender cómo funciona el sistema exhaustivo de la Naturaleza y aplicar los mismos principios en los sistemas sociales.
En otras palabras, debemos estar conscientes de las razones que han causado la formación de la crisis ecológica en la que nos encontramos en la actualidad, o sea, la infracción continua y extendida de la reglamentación de la Naturaleza. Y al mismo tiempo, entender e internalizar el hecho que la Naturaleza en total constituye un único cuerpo multicelular en el que cada célula está conectada y depende de todas las demás.

Si entendemos que somos una sola sociedad humana, y usamos la fuerza que se encuentra a nuestra disposición para cambiar nuestras relaciones –pasando de la separación a la unión–, recuperaremos el equilibrio infringido, y llegaremos finalmente a la paz y la tranquilidad.

(kabbalah.info/es)


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