Cuando la intención se escapa, aférrate a ella.
Todos los obstáculos que nos mandan desde Arriba, y
todas las distracciones en relación a la meta son para ayudarnos a avanzar.
Cada vez que logro sujetar la intención y la meta, desde Arriba me
mandan disturbios, me desenfocan, y yo me debo superar y ajustarme nuevamente.
La intención se me escapa y yo la debo sujetar.
La diferencia entre la espiritualidad y la
corporalidad es que en la espiritualidad, la intención es lo primero y lo más importante, y la acción que
sólo sirve para implementar la intención. Sin una intención no
hay acción. Incluso una intención por sí misma es una acción.
Así que cada palabra que leemos en El Libro del Zóhar debe tener una intención a lo
largo de todo el texto. Sólo debemos pensar en la intención y estar en ella,
mientras que el texto “fluye” hacia abajo, como si estuviéramos nadando en un
río y necesitáramos controlarnos y dirigirnos constantemente a nosotros mismos:
¿Cómo y en qué dirección estamos nadando?
Sin la intención perdemos inmediatamente la acción.
Por lo tanto, la intención debe estar por encima y por debajo de la acción,
tanto en la forma en que la vemos como en prioridad.
Nosotros debemos pensar constantemente en la
intención: ¿Qué es lo que quiero de esto, cómo dirijo las fuerzas que se evocan
durante la lectura del Zóhar con los amigos, y qué quiero como
resultado de su influencia?
Si no enfocamos su influencia en nosotros, no hay
resultados.
(Reflexión diaria, kabbalah.info/es)
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